El chico que dibujaba constelaciones

Siempre había pensado que había que tener cuidado al llorar leyendo un libro porque las lágrimas podían estropear las páginas. Es ahora cuando me doy cuenta de lo equivocada que estaba.

Las lágrimas que he derramado al final del libro demuestran lo mucho que me ha marcado esta historia, lo mucho que me han hecho sentir Valentina y Gabriel. Los buenos momentos y los malos tiempos, Alice ha conseguido que todos ellos sean especiales, al igual que esas constelaciones.

Es que no hay palabras para describir lo bella que me parece esta historia, una historia que ha podido vivir cualquiera de nuestros abuelos, de ahí que podemos hacerla nuestra. Simplemente PRECIOSA. Tenéis que leerla.

Al terminar la última frase me ha dejado esa sensación de: "necesito volver a la primera página para saborear de nuevo todas estas sensaciones". Y eso es lo más bonito que te puede pasar con un libro. Sin duda alguna mi primera lectura favorita del 2018.