Mil campanas

La realidad, es que estamos ante una obra que me gustó por lo siguiente. Es distinta porque nuestros protagonistas ya son maduros.. Es decir, ya han andado camino y tienen su pasado y sus cargas que los años han dejado. Lili y Jaime no son los muchachos que un día se conocieron. Y a pesar de que se conocieron, vamos a ser testigos de un amor que ya no necesita la pasión desesperada, aunque haya pasión. Es la experiencia de la vida, de los años la que hace que el amor sea pausado, que no lleve prisa, que se vea de otro modo. Y me ha encantado. Lo que me he reído con lo cautos que son al inicio, la franqueza que quita filtros de la edad, el perdón que da la experiencia, la necesidad de vivir lo que te has perdido de una forma profunda y arraigada... Amé a estos cincuentones, porque la pasión y la tensión sexual pueden notarse, pero no genera necesidad descarnada, sino una contención maravillosa que les hace conocerse una vez más pero de forma profunda y entregada... los amé con todo.
Isabel Keats, no es la primera vez que me sorprende por crear protagonistas tan distintos, pero esto... yo que me quejo de los millonetis y que ahora me partiera con ellos, que los amara... es que... son cosas que solo ella podría lograr. ¡Recomendable! ¡Feliz lectura!
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