Me encantan esas novelas que tratan de tantos temas y “Elizabeth Finch” lo consigue en menos de doscientas páginas en las que Barnes da toda una lección de erudición e inteligencia, una clase de filosofía magistral y una loa al espíritu crítico y el pensamiento individual. “Elizabeth Finch” es una historia de admiración de un alumno a su profesora y en medio te enfrenta a la figura histórica de Juliano, el Apóstata, el último emperador pagano de la historia. La narración te enfrenta a preguntas continuas sobre nuestra historia colectiva en Europa , con la presencia intervencionista constante del cristianismo; pero también sobre la historia individual, cómo conformamos no sólo nuestra identidad sino nuestra intimidad, qué dejamos ver de nosotros mismos y a quién; o cómo idéanos nuestros objetivos vitales. Barnes demuestra ser un maestro imprescindible de las actuales letras británicas. |