La artista de Henna

La artista de Henna es un claro ejemplo de que con un buen marketing se consigue poner en los escaparates un producto muy atractivo.

En el fondo, el único defecto que encuentro es la escritura de Alka Joshi, lo que por desgracia en un libro es casi todo.

Una atrayente portada, una excelente presentación (tapa dura, buena maquetación) y la etiqueta de "libro del año" son reclamos suficientes para que los amantes de la literatura hagamos hueco en nuestros bellos estantes y abordemos la lectura con las expectativas muy altas.

Y ahí está el problema, en las expectativas.
A medida que avanzas por sus páginas, no tardas en percibir que algo falla.
La temática es intersante, la novela está llena de capas y hay un juego de doble moral capaz de generar debates jugosos.

La autora, por tanto, ofrece texturas y, ciertamente con habilidad, pero con una prosa porosa por donde muchas veces se desvanece el buen fluir de lo que pretende transmitir.

Lakshmi, harta de palizas abandona a su marido en una huida hacia delante en la India de 1955. No es poca cosa.
Llena de ambición consigue hacerse un hueco en las mejores familias de las castas más pudientes como artista de Henna, es decir, decorar la piel con una pasta naranja oscura para fiestas de postín o de alcoba.

Con la vida prácticamente encauzada, y un ascenso meteórico, nuestra decoradora de pieles humanas recibirá la visita de su marido y de una niña que ni conocía ni esperaba.
Su hermana.
Y su universo calculado de buena reputación correrá el riesgo de venirse abajo.


Lakshmi además, suministra remedios naturales contra todo tipo de males, incluso para abortos que van de los motivos más duros a los más frívolos, pues no me negarán que solicitar y ejecutar esta práctica para que un marido no descubra su infidelidad por el riesgo de que el bebé pueda nacer con rasgos evidentes de otra raza, choque de frente con el derecho a la vida.
Respeto cualquier decisión y circunstancias pero no me pidan que siempre las aplauda.

Las distintas castas, o clases sociales tan arraigadas en la India, es sin duda el argumento de mayor peso, y mejor escenificado de la novela.
Trabajos indignos para según que estamentos sociales por el simple hecho de tocar un pie, rebajan a ser inferior a cualquier persona, pero donde como siempre, la mujer se lleva la peor parte.

Una sociedad, curiosa, con costumbres exóticas, hermosas donde nunca falta la hipocresía y la maldad.

Un simple gesto que no guste puede llevarte a ser repudiado hasta en la panadería y donde la única escapatoria es marcharse.

La medicina científica contra la natural, ciencia y la madre tierra buscan su lugar, cuando lo más lógico es que se entiendan.

Un relato, en definitiva que brilla más por su trasfondo que por la pasión que imprime la autora en sus personajes. Cumplen perfectamente los roles de una sociedad estancada, pero a todos les falta alma, magia.

Para los que desconocemos la cultura hindú, puede ser un breve acercamiento, hay costumbres y alimentos ciertamente curiosos.

Al final del relato hay un extenso glosario, aunque ya anticipo que no todos los términos están incluidos, pero para eso tenemos a San Google, patrón del bendito ignorante.

Por último, si este es el mejor libro que puede ofrecernos su catálogo, el nivel no es malo, pero se aleja de la excelencia.

Ojo, muchos hubiéramos vendido nuestra alma al diablo por un 7 en según que examen, no olvidemos que tres estrellas y media es un notable.