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Crítica de Inquilinas_Netherfield


Inquilinas_Netherfield
25 June 2018
Tras dos semanas en las que no solo he descansado yo de escribir reseñas sino vosotros de leerme, aquí vuelvo, y además lo hago con un clásico del blog. Lo de leer un libro de José Vicente Alfaro todos los años se ha convertido en tradición desde que abrimos las puertas de Netherfield. Siempre los saca por las mismas fechas, y Laky siempre organiza en su blog una lectura conjunta cuando salen, así que más fácil y organizado, imposible. Lo de adivinar qué civilización desaparecida será la protagonista de cada novela es el acertijo anual que yo nunca resuelvo, y con El sueño de Creta me ha sorprendido... además ha sido cosa de meigas, porque justo estaba leyendo la Odisea de Homero cuando supe que finalmente la civilización minoica había sido la elegida.

Estamos en el siglo XV a.C.. En Creta gobierna el rey Minos sobre un pueblo avanzado que vive sobre todo del comercio. Tienen pleno dominio sobre el mar, y por ello su defensa está concentrada en la flota de barcos que rodean la isla, careciendo de un ejército de tierra o de cualquier otro tipo de defensa que se les antoja innecesario. A una playa de Creta llega Tisandro, náufrago con amnesia que, salvo su nombre, no recuerda absolutamente nada más. Lo que sí parece claro por su aspecto es que no es cretense. le encuentra Melantea, quien lo lleva a su casa, donde es acogido por su familia hasta que sea capaz de recordar quién es. Por otro lado, la paz y tranquilidad que viven en la isla se ve amenazada por los aqueos, que no solo quieren apropiarse de las rutas comerciales cretenses, sino conquistar sus tierras... sin olvidarnos de ciertas ansias de poder internas que amenazan con derrocar a Minos del trono.

Tal y como comentaba en el primer párrafo, la civilización que José Vicente Alfaro nos trae en esta ocasión es la minoica, y más concretamente sus últimos coletazos, su último aliento como la civilización extraordinaria que fue. Para ello construye una trama en la que tienen cabida diversos elementos que el lector, a poco que conozca su obra, reconocerá como habituales en las historias del autor.

Por un lado tenemos todo el componente histórico, un elemento que Alfaro siempre cuida mucho y que mete en vena al lector sin que este se dé cuenta. Incluyendo detalles aquí y allá nos desvela el tipo de gobierno por el que se regían los minoicos, sus estamentos sociales, la fe minoica con sus sacerdotisas y predicciones, su cultura, la pintura al fresco desconocida fuera de la isla... Es la seña de identidad de este escritor: descubrir ante el lector la cultura que retrata de una manera sencilla, sin sobredosis de datos ni petulancia informativa. Todo esto, eso sí, poniendo por delante que la civilización minoica (auge y caída) sigue siendo un misterio hoy en día, y que no fue hasta principios del siglo XX que se descubrió que, lo que se pensaba que solo había existido en la imaginación de Homero y su Odisea, tenía una base real: se encontró el palacio real de Cnosos, y con él, esta cultura que sentaría los cimientos de la futura civilización griega.

Pero no solo de conocimientos históricos vive el hombre (o el lector), y a este suculento guiso se unen intrigas palaciegas, romances, secretos del pasado, rivalidades entre aldeas, planes de derrocamiento del gobierno, intentos de invasiones extranjeras... y un final que a mí me ha recordado a algunas películas que no voy a nombrar aquí porque daría pistas de por dónde va, pero es como muy cinematográfico. Lo dejo ahí.

Como en cada una de sus novelas, la trama es coral en cuanto a personajes, cumpliendo cada uno de ellos papeles totalmente distintos que hacen que la historia se mueva por estamentos muy diferentes dentro de la isla. Así, el autor entremezcla en la historia personajes ficticios con personajes que forman parte de la mitología griega y que a día de hoy no se sabe a ciencia cierta todavía hasta qué punto fueron (alguno de ellos) reales. Por un lado tenemos a Tisandro y Melantea, que podrían denominarse los dos personajes más importantes de la novela, y cuya trama amorosa mueve los hilos de varias subtramas que hacen que avance la historia. Por otro tenemos la trama palaciega, que tiene muchas ramificaciones: el rey Minos es un rey pacífico que intenta mantener la quietud en la que vive la isla desde que él asumió el gobierno, pero no todos sus gobernadores están de acuerdo con esta falta de beligerancia y conspiran en su contra; sus hijos, Androgeo y Ariadna, también buscan caminos muy diferentes en la vida, y mientras uno sueña con ir a la guerra y ser un héroe, la otra quiere ser sacerdortisa y retirarse de la vida social; Sibila, profetisa y Suma Sacerdortisa, no hace más que ver en sus visiones el final de la vida tal y como la conocen, pero es incapaz de anticipar cuándo y de qué manera se cernirán sobre la isla la destrucción y la muerte.

Todos estos personajes, tanto los de baja escala social como los de alta, acaban convergiendo en la historia en un momento u otro, y nos pasean de la mano por lo que podría haber sido la vida en Creta hace 3500 años a lo largo de unas páginas repletas de romance, misterio, mitología e historia. Sin querer adentrarme nada más en la historia, sí que debo dejar constancia del órdago que el autor se atreve a lanzar en un posfacio final, donde asocia precisamente el final de su historia con otra cosa que no os voy decir y que dejo ahí en suspense para quien se lance a leer el libro. ¿Quién sabe hasta qué punto podría ser posible? Hay muchas cosas que jamás sabremos ni descubriremos.

Debo apuntar un pero: admito que me ha flojeado la parte romántica, porque demasiado a menudo parecía la única motivación de alguno de los protagonistas y, aun así, no fluía todo lo resultona o convincente que pedía la historia (Tisandro y Melantea me han parecido un poco ñoños a ratos, me hubiese gustado que tuviesen más motivaciones aparte de su relación). Es solo una opinión personal, pero me ha dado la sensación de que el autor se sentía mucho más cómodo con la vertiente histórica (y de acción hacia el final) que con la trama sentimental, aunque también reconozco que en este tipo de libros la trama romántica normalmente es la que menos me atrapa, así que entono el mea culpa por la parte que me toca.

En cualquier caso, este es el cuarto libro que leo de José Vicente, y todo lo que define su literatura, todo lo que la hace tan entretenida, está también presente en estas páginas. El sueño de Creta sigue esas premisas que sabes que siempre vas a encontrar en sus historias: una lectura entretenida que se lee casi del tirón, una prosa sencilla pero cuidada, alto componente histórico explicado con naturalidad y sin grandilocuencias, subtramas de misterio, intrigas políticas... En pocas palabras, una lectura muy apropiada para estos días de verano en los que apetecen historias que atrapan pero no empachan, que aúnan un poquito de varios géneros y que además enseñan cosas que entran solas conforme las lees.

Ahora a barruntar dónde nos hará viajar, espacial y temporalmente, en el próximo libro. Yo no acierto nunca ni a la de tres, pero la gracia está en intentarlo xD.
Enlace: https://inquilinasnetherfiel..
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