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Esta obra de José Ingenieros es contundente: es la sociedad la protagonista de este tratado, criticada y analizada desde un punto de vista psicológico, positivista y un tanto filosófico, me atrevo a decir que es una obra que expone el nihilismo temprano argentino y que anticipa, de alguna manera, al existencialismo francés de Sartre. Antes de hablar del tema que aborda me gustaría decir lo siguiente con respecto al momento en que escribió su obra: A pesar de desarrollar los temas de una manera muy interesante, la presencia de la filosofía positivista ciega a Ingenieros. Si bien su propuesta de desigualdad y aristocracia moral lo hace un caso interesante de estudio para la filosofía (pues recuerda mucho a Platón), la psicología que él propone se queda opacada por el avance de esta ciencia en pleno siglo XXI. Todo aquel que quiera adentrarse a esta obra no espero toparse con lo mejor de la psicología, sino con un tratado de carácter positivista que puede llegar a ser un tanto... antiguo por momentos, pero el carácter filosófico/moral que maneja se siente de una manera muy presente, es más, cualquiera diría que describe la sociedad del 2023 y no la de 1913. Ahora sí ¿De qué va esta obra? Para Ingenieros, la sociedad está dividida de la siguiente manera: 1) Imperan las Sombras (sinónimo designado al hombre mediocre): son estas personas las que caminan por el mundo sin andar; los que habitan sin vivir: en pocas palabras, son los seres humanos que están bajo el yugo de la monotonía, los prejuicios y los dogmas. Viven de manera "honesta" no porque sea algo bueno, sino por miedo a que los señalen. Ingenieros les llama sombras porque, cuando una sociedad carece de ideales y no llega ni la más tenue luz de renovación, entonces todo se sumerge en la oscura rutinariedad y en los prejuicios. En este sentido el autor los nombra como "Sancho Panza", pues simplemente viven para imitar a hombres mejores o peores, no piensan por sí, pues de ellos es la cabeza colectiva. 2) Habitan los tartufos: o mejor conocidos simplemente como "hombres inferiores". Para Ingenieros estos sombres son como Tartufo o Gil Blas, seres que sólo adulan, engañan y traicionan a sus semejantes para satisfacer sus apetitos más vanales, como son el dinero, el poder o la victoria, mas nunca podrán alcanzar la gloria, porque ella implica la posteridad, y un Tartufo nunca será estimado por el tiempo ni dejará marca en la piel de Cronos. 3) Genios: Son los Sócrates que beben la cicuta por la justicia; los Jesucristo que luchan por una perfección moral; los Bruno que padecen en la hoguera por revelar la verdad. Para ingenieros, hay tres escalas en el hombre genio: el primero es el ser ingenioso, definidos como aquellos que pueden intuir que hay algo fuera del molde de la rutina y los prejuicios, pero cuya voluntad carece de fuerza para salir; luego está el hombre de Talento, al cual considera que es capaz de hacer todo lo que hacen los mediocres pero cien veces mejor, es decir, la voluntad de ellos los lleva a la perfección personal; por último están los genios, los que rompen el molde y buscan luchar por el perfeccionamiento no sólo individual, sino también social: sacrifican su vida, su dinero y su salud por mejorar su patria, siendo entendida esta no como un límite regional, sino como una hermandad de pueblos que viven bajo un mismo yugo: el de la mediocridad. Pone como Ejemplo a Domingo Sarmiento, el exponente de genio argentino por excelencia del siglo XIX. Una obra un tanto difícil de leer no por su vocabulario, sino porque muchas sentencias pueden llegar a doler por su crudeza. Digo que sigue el nihilismo de Nietzsche porque sigue el pensamiento del "Superhombre"; pero anticipa al existencialismo de Sartre porque en varias ocasiones para intuir que el hombre "no se nace, sino que se hace", pero la filosofía positivista de su época le impide llegar a más, y restringe este aspecto sólo a unos pocos, no a todos, como lo haría Sartre casi 30 años después. |
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