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Crítica de Inquilinas_Netherfield


Inquilinas_Netherfield
15 March 2021
Miguel Ángel Jordán nos sumerge en Jane. Una vida novelada en ese universo especial donde lo natural y cotidiano se convierte en literatura y donde mirar no es lo mismo que ver.

Jane Austen, nuestra amada y queridísima autora, nos regaló una nueva visión del mundo, una visibilidad de lo que era invisible. Ella era capaz de descubrir las pequeñas sutilezas cotidianas que hacían de la vida un hecho extraordinario, simplemente alimentada de cosas sencillas y asequibles. Lo que para muchos era simple rutina, para Jane era algo que merecía escribirse y ser convertido en un legado, en su huella y su paso por el mundo. Así pues, no nos ha de extrañar que, al igual que sus personajes, su biografía sea tan o más interesante para nosotros sus lectores, pues sus novelas comulgan de su vida y están unidas a ella, a sus acontecimientos y a su semblanza. Sus personajes se inspiran, se crean y se alimentan de sus experiencias, de ese costumbrismo cotidiano idóneo y suficiente para hacerlo llegar a algo grande, magnificado, de tal manera que, después de doscientos años, lo recojamos con la misma frescura, espontaneidad y lozanía que en el momento en que fue imaginado.

Jane Austen, la séptima hija del reverendo anglicano George Austen y su esposa, Cassandra Austen (de soltera Leigh), vino a este mundo el 16 de diciembre de 1775 en Steventon, Hampshire (Inglaterra). Durante veinticinco años, la vida en su casa natal estuvo compuesta de visitas, cenas, bailes, representaciones teatrales y fiestas compartidas con su vasta familia. Los Austen, aun no siendo ricos, pertenecían a una clase rural acomodada y por ello tenían un papel preponderante en su sociedad. Los pilares fundamentales eran la familia, las relaciones sociales y la educación, que cultivaban con esmero y sin descanso y a la que sus hijas también tuvieron acceso.

En sus cartas, al igual que en sus novelas, vemos la preocupación por el dinero, las carreras profesionales de sus hermanos y los posibles matrimonios para darles un estatus y un lugar en la sociedad.

Tal como refleja Miguel Ángel Jordán en Jane. Una vida novelada, Tom Lefroy fue ese amor de juventud en el que depositó ilusiones y esperanzas suficientes para que fraguara y siguiera adelante, pero aunque él le correspondía, su familia, a pesar de mantener unas relaciones excelentes con los Austen, no los consideraban a la altura.

Mirándolo con perspectiva, tenemos que agradecer a Tom Lefroy que Jane Austen no se estancara y se viera obligada a peregrinar por los distintos lugares y domicilios que le ayudaron a crecer y a madurar para poder llegar hasta nosotros e inspirarnos, emocionarnos y también influenciarnos. Si él renunció a Jane, nosotros la recibimos y la recuperamos en su esencia, esa que nos hace conmovernos y apasionarnos. Como el autor nos muestra en este libro, esta desilusión la reafirmó en su carácter, abriéndole las perspectivas y enseñándole que, a pesar de todo, podía seguir adelante.

Seguir adelante... algo que en esa época se vivía y se llevaba implícito y que Jane refleja en sus palabras: educación y decoro, en las grandes pérdidas; acompañamiento, comprensión, amor, dedicación hacia las personas que quería, familiares o amigos. Ella, al igual que su hermana Cassandra, siempre estaban disponibles.

Podemos pensar en Jane y en Cassandra como las hijas o tías solteras a las que había que amparar y proteger como una carga familiar, pero la realidad que ha llegado hasta nosotros indica todo lo contrario. Ellas mantenían unida a su extensa familia: su correspondencia con todos, la preocupación por sus familias, su disponibilidad, su dedicación y su tiempo por encima de sus apetencias... todo ello hacía posible que los lazos familiares se fortalecieran, incluso a través de los años y a pesar del crecimiento de sus miembros. Ellas cuidaron de sus padres, hermanos, cuñadas, sobrinos... lo dejaban todo para estar allí donde se les necesitaba sin perder el sentido del humor y la ironía que impregnaban las horas y los días que las hermanas Austen pulularon por este mundo.

A través de sus palabras (ya fuera en sus novelas o en sus cartas), descubrimos y aprendemos cómo se levantaban con cada golpe que la vida les daba, ya fuesen las pérdidas de sus parientes y conocidos, la aceptación de la muerte como algo natural e inherente al ser humano, la alegría de vivir, la madurez pausada... En definitiva, el despertar a una nueva realidad: la posibilidad de la ambición profesional (como un deseo ardiente y vehemente de conseguir lo que uno se propone), situando a la mujer en el mundo y en la sociedad (algo novedoso e impensable en esa época).

Para no extenderme, solo me queda decir que todo esto y más queda maravillosamente plasmado en Jane. Una vida novelada. En Jane no encontramos simplemente un personaje principal en una narración, sino que los enamorados de esta figura literaria, que nos hemos imbuido de su carácter y sentimientos a través de sus palabras, descubrimos que el autor también ha participado de toda esa inspiración, evolución y reconocimiento. Todo ello lo descubrimos a través de ideas extraíbles, compartidas y perfectamente reconocibles en una novela que ha sido escrita con mimo, cuidado y dedicación.
Enlace: http://inquilinasnetherfield..
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