No es Dostoyevski, ni Camus, ni García Márquez. No deja reflexiones existenciales ni te hace plantearte dilemas filosóficos. No te lleva a estados alterados de conciencia con cada párrafo. Pero este autor tiene algo. Es entretenido, no aburre, hila muy bien las tramas, parece que estás viendo una película que no te deja parar de leer. Obviamente no es digno de un nobel, pero la literatura también tiene la labor de entretener y ser algo de consumo simple, rápido y que te deje satisfecho. Me lo he leído en tres días en los que no estoy para más ralladuras de coco. Necesitaba algo que me distrajera y que me hiciese leer sin parar como un loco para no pensar en nada más de mi vida. Y lo ha conseguido con creces. Muy buena experiencia. Gracias, Joel. |