Seguro que algun@s de vosotr@s conocéis a MacGyver, aquel tipo con #pelazo que hacía maravillas con unos alicates y un imperdible en una serie de televisión de finales de los ochenta. Richard Hannay, protagonista de Los 39 escalones me ha recordado por momentos a MacGyver…, ¡qué capacidad para escapar en cualquier circunstancia! La novela comienza muy bien con un primer capítulo brillante, pero el globo de las expectativas se me deshinchó demasiado rápido. Me interesaba el contenido de la libreta y los enigmas que en ella se escondían, pero el autor prefirió dar protagonismo a las persecuciones, disfraces y explosiones… y fui poco a poco perdiendo interés. En el grupo “Libro de cine” del club literario Atreyu esta semana veremos y comentaremos la película de Hitchcock. Tengo la esperanza (y la intuición) de que la versión cinematográfica sí me gustará. Mientras tanto, sonrío al recordar aquel chiste en el que MacGyver y su compañero estaban al borde de un precipicio acorralados por un ejército que les disparaban mientras se iban acercando hacia ellos. — Dios mío, McGyver… ¿y ahora qué hacemos? — Tranquilo, tengo un chicle. |