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Todas las Navidades pensamos lo mismo que el protagonista, recordamos la llegada del Señor (para quienes creen en Jesús) o estamos en la desenfrenada carrera de comprar, comprar . . . regalos, adornos, comida, ropa. Trajinamos a lo loco entre tiendas, supermercados, galerías, centros comerciales, nos unimos a un sin fin de reuniones de saludos, festejamos con amigos, con colegas, con servidores públicos . . . y gastamos montones de dinero sin ton ni son. No y no, nuestro protagonista y su esposa -aunque menos convencida que él- decidieron que esta vez no lo harían y gastarían ese dinero en un crucero por el Caribe. Hasta aquí el libro, que es muy breve, se hace un tanto anodino y hasta aburrido. Pero el regreso imprevisto de su hija, cambia totalmente el panorama y mamá y papá -éste a regañadientes- empiezan con desenfreno a preparar una Navidad como las de siempre y a contra reloj. Créanme, me sorprendí riendo a carcajadas en las últimas páginas del libro. |
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