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Comienza diciembre Nora y Luther Krank acuden al aeropuerto a despedir a su hija, Blair, que tras terminar los estudios ha decidido ir como voluntaria a Perú. Ambos están abatidos, serán las primeras navidades que pasen sin su pequeña. Sin embargo, pronto Luther idea un plan, este año su mujer y él se saltarán la Navidad y se irán de crucero: menos estrés, menos gasto y unas vacaciones de verdad. Creo que la novela nos plantea lo que a muchos nos tienta cada año. El componente sentimental de estas fechas se ve muy bien reflejado a través de este matrimonio que sufre el separarse por primera vez de su única hija. Ante esta fatalidad, la madre entra en una constante preocupación y el padre idea el saltarse lo peor de las navidades. Lo cierto es que si la idea de estas fechas es estar juntos y no pueden estarlo (es decir, si no pueden disfrutar lo bueno) por qué habrían de tolerar lo malo. Comienza así la cuenta atrás para el día de Navidad, tiempo durante el cual el autor hará una recapitulación irónica de todas aquellas cosas que hacemos en estas fiestas por compromiso y que realmente no nos producen ninguna satisfacción: las donaciones, las cenas de empresa, escribir felicitaciones que realmente no se sienten, compras indiscriminadas por el simple acto de tener más y un largo etc. que pone en jaque nuestras costumbres y nuestra manera de concebir esa felicidad impostada que nos aborda en diciembre. Eso será si le dejan No obstante, aunque el punto de partida es ya de por sí interesante, es decir, el hecho de pensar seriamente en saltarse las fiestas y crearse un plan alternativo; lo que resulta más interesante de la novela es la oposición social que nuestro protagonista encuentra a su propósito. Puede parecer una tontería, pero pensemos por un momento qué pasaría si dijéramos en nuestro lugar de trabajo, a nuestros amigos… que no celebramos la Navidad. Por suerte para Luther su mujer no presenta oposición y, aunque lo pasa mal por «quedar mal» delante de vecinos y amigos, le parece la opción más sensata si su hija no está, sin embargo vecinos y amigos no opinarán lo mismo. Acudiremos así a los diferentes boicots que sufrirá la familia Krak por su deseo de no celebrar estas fiestas, pero también veremos cómo hay algunos que admiran su determinación y que anhelan de manera sincera el poder saltarse estas fiestas. Vemos así, como decíamos, una crítica no solo a la fiesta en sí, tal y como la concebimos ahora, sino también una crítica a la imposición social tanto en actos como emociones que padecemos en estas fiestas. El sentimiento religioso está a un lado, porque de hecho se puede tener sin necesidad de tanto artificio, lo que importa y molesta es ese desprecio al consumismo puro y duro, y a la necesidad enfermiza de ser felices durante el mes de diciembre. Un giro de estilo Sin embargo, a pesar de la crítica que hay a la Navidad, la novela no ha terminado de entusiasmarme por un girito que hay hacia el final. Os dejo a vosotros que lo valoréis para no haceros ningún spolier. Por otro lado, sí cabe reconocer que el estilo no está nada mal, es cierto que puede pecar de ser un poco repetitivo, pero creo que refleja muy bien las vueltas que le damos a las cosas en estas fechas. Quizá, simplemente, por la temática, no es una novela para mí, pero creo que puede gustar por todo lo que en ella encontramos. Espero que os guste. Enlace: http://ellibroenelbolsillo.b.. |
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