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El juez Reuben Atlee sabe que su salud empeora y desea dejar su legado en completo orden. Para tal caso, convoca a sus dos hijos por medio de una citación para finiquitar su herencia. Al llegar, el mayor de sus hijos, Ray, lo encuentra cuando es demasiado tarde, sin embargo junto a su fallecido padre está el testamento en el que lo nombra como albacea del mismo y reparte equitativamente entre él y su hermano Forrest todos los bienes. Todo cambia cuando Ray halla una monumental suma de dinero escondida en los rincones del despacho del juez, el misterio por resolver la procedencia de esa cifra se convierte en una completa pesadilla y al mismo tiempo un sin fin de posibilidades para un soltero y hábil abogado como lo es él. Es la primera vez que leo al autor, fue una lectura entretenida, sin grandes sobresaltos, pero que definitivamente sirve para pasar el rato. |
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