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Este verano apenas he tenido tiempo libre, así que he tirado mucho de novela gráfica y de manga a la hora de elegir lectura. Furari ha sido una de esas obras que las eliges porque te llama desde la estantería, por su edición cuidada y su presentación minimalista. Y tengo que reconocer que esta novela gráfica está trabajada con un mimo y un cariño alucinante. El autor aporta un realismo flipante a cada ilustración. Las expresiones de los personajes, los paisajes, los trajes tradicionales de un Japón del siglo XVII... Sin duda ha sido un deleite pars mis ojos. Pero no he conectado con la historia del protagonista. Porque el autor nos presenta una historia costumbrista casi. Una historia que nos habla de la libertad, del deseo humano, de la empatía y del día a día buscando la felicidad en las pequeñas cosas. Y debería haber sido suficiente., pero me ha faltado algo más que me enganchará o me animará a seguir leyendo. Sin embargo, ya sólo por su estética me alegro que haya caído en mis manos. Como curiosidad, esta obra se lee en sentido de lectura japonesa. O sea, al revés de lo que lo haríamos aquí en España. |
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