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Samir tenía siete años cuando junto a sus padres Brahim y Rana y su hermanita Alina encontraron su lugar en el mundo. Se habían mudado a un barrio céntrico de Alemania, un lugar que, a pesar de ser antiguo, olía a hogar. Los inicios nunca han sido fáciles y menos en un país que no es el tuyo, Brahim y Rana habían huido de un país en llamas en el que las bombas y los disparos eran su pan de cada día. Pero, ahora, unos años después y con dos hijos a su cargo habían conseguido vivir felices en su país de acogida. El pequeño Samir había crecido escuchando las historias que su padre le contaba cada noche sobre su hermosa tierra, hasta que llegó la última historia, el último beso de su padre, la última vez que estuvo a su lado… Veinte años después Samir sigue obsesionado con la desaparición de su padre, ¿Qué sucedió esa noche? ¿Por qué les abandonó? ¿Sigue vivo en algún lugar del mundo? Y decide poner rumbo a sus orígenes para descubrir qué es lo que realmente pasó. Siempre me ha resultado muy interesante leer sobre otras culturas y otros lugares, cuando descubrí esta historia, a pesar de ser ficción, pensé que era un buen momento para conocer El Líbano y sí, como esperaba, he sufrido mucho. Es muy triste saber que mientras que nosotros tenemos todas las comodidades del mundo y nos preocupamos por tonterías hay personas que solo han conocido el estallido de las bombas. Y sí chicos, aunque no es agradable es muy necesario leer sobre ello. Pero, el silencio del contador de historias no es solo una novela para descubrir el Líbano y sus conflictos, es mucho más. Con ella he sentido el amor, la amistad, el miedo y el anhelo que sienten los personajes, sobre todo Samir, quien no es capaz de olvidar a su padre aunque su recuerdo cada vez sea más borroso. El autor narra una historia estremecedora con un cariño y una delicadeza que me ha cautivado. La primera parte del libro es la más lenta, en ella nos acerca a la historia contándonos diferentes momentos de la infancia de Samir y su familia y termina cuando su padre desaparece sin dejar rastro. A partir de la segunda parte se entremezclan capítulos del presente, con un protagonista adulto que busca a su padre en Beirut, con capítulos del pasado, en este momento es en el que la historia comienza a ser muy interesante y el ritmo se agiliza bastante. Eso sí, os aviso de que los capítulos son bastante extensos, a mí personalmente no me desagrada. En mi opinión lo mejor de esta historia es la ambientación, las reflexiones que aparecen a lo largo de la historia y sobre todo los personajes, me han robado el corazón. Lo que menos me ha gustado han sido las partes en las que se habla de política, son interesantes, pero bastante extensas y en algunos momentos me han sacado de la historia. Y llegados a este punto solo os puedo recomendar que os aventuréis a leer esta historia tan emotiva que sin duda no os dejará indiferentes. |
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