Pasiones romanas

Cuesta tanto reconstruirse después de un terremoto emocional que, cuando damos por terminado el proceso, nos creemos invencibles. Pensamos que aquello que nos dañó ha quedado tan atrás que jamás podrá alcanzarnos de nuevo. Que nosotros caminamos más rápido, que hemos aprendido a escondernos mejor.
Basta una absurda casualidad para que la tierra comience a temblar de nuevo, para que la vida que hemos edificado a nuestra medida deje a la vista unos cimientos hechos de demasiadas ilusiones vanas y poco hormigón. No queremos volver a caer, claro. Nadie quiere. Pero tampoco queremos dejar pasar de largo la oportunidad de redención no del otro, sino de nosotros mismos.
El pasado, incluido en el presente, crea falsas imágenes que engañan a los sentidos, que nos obligan a preguntarnos qué habría sido de todo aquello si...
Abrir la puerta al pasado tiene consecuencias.
Cerrarla también.