Episodios en la vida de una esclava

Coge a una mujer libre y ponle una mordaza.
Llénala de cadenas y de cicatrices, obliga a esa mujer a trabajar de sol a sol. Abusa de sus hijas, de su madre, de su hermana; róbale a sus hijos y sigue traficando con ellos. Sí, con ellos también.
Niégale la educación, la información; estrecha sus miras y acobárdala con la existencia de una vida libre, pero infinitamente peor. Desprecia a esa mujer, prohíbele cualquier acto de rebeldía, castígala con saña y dile que se lo merece, que merece ese dolor.
Entonces tendrás una esclava y podrás seguir tratando de convencer al norte de que están ante un ser inferior.
Ahora mira un poco más allá. Ahí está esa mujer valiente, la que no se conforma con una vida de penurias, la esclava a la que enseñaron a leer. Dale salud y tiempo y un motivo para seguir viviendo; y ella sola, con un puñado de palabras, te destruirá.

***Harriet no es una narradora objetiva a pesar de que intenta contar su historia sin recrearse en el sentimentalismo. Ella, además de mostrar, juzga. Tiene todo el derecho a hacerlo. Y lo hace, además, de una manera cercana en tiempo y espacio, como si nos nos separaran dos siglos y miles de kilómetros. Cuenta su historia para que tomemos conciencia y para que no se repita. Para que nos demos cuenta de que, aunque muchos intentaron defender y perpetuar la esclavitud, muchos otros lucharon hasta el final para acabar con ella. Para demostrar que, entre las manos del mal, se asomaba la esperanza.