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Crítica de Celia_0504


Celia_0504
06 January 2023
Para la primera lectura del año he elegido a una vieja conocida a la que ya echaba en falta. Shirley Jackson me enamoro en el primer libro que leí de ella, una recopilación con algunos de sus cuentos. Y hace más de un año y medio que hizo mi segunda incursión a esta autora con “Siempre Hemos Vivido en el Castillo”, una novela muy particular, extraña e incomoda a ratos, que aunque me gusto mucho, no lo hizo tanto como ese primer trabajo antes mencionado. Con esos antecedentes, es normal que volviese a coger algo de esta autora más pronto que tarde. Y era algo que esperaba con muchas ganas.

En esta novela, “Hangsaman”, conocemos a Natalie Waite, una joven de diecisiete años que se marcha de casa para acudir a la universidad. Para Natalie esta es la oportunidad de empezar desde cero. Pero los ecos del hogar que ha dejado atrás; con un padre egocéntrico y dominante y una madre angustiada y neurótica, cuyas personalidades han impregnado a su hija; y de un hecho traumático que sucedió antes de partir, el cual ella no se permite ni verbalizar, marcan el viaje emocional y de crecimiento de Natalie. Un viaje marcado por la locura y su búsqueda de encajar en el mundo adulto que está empezando a conocer.

Antes hablaba del último trabajo de Shirley Jackson que había tenido entra manos, y lo describía como particular, extraño e incómodo a ratos. Que es la misma sensación que me ha dejado “Hangsaman”. de hecho mientras leía no dejaba de ver similitudes entre esta obra y “Siempre Hemos Vivido en el Castillo”. Y no solo por lo evidente, que es que sendas obras están protagonizadas por jovenes que viven en un mundo muy personal y onniroco, del cual se alejan de una realidad que para ambas es demasiado compleja, aburrida y decepcionante. Tanto Natalie como Merricat (la icónica y difícil protagonista de “Siempre Hemos Vivido en el Castillo”) usan un lenguaje lleno de símbolos y muy personal e inaccesible para recrear ese universo tan propio y lleno de matices. Un lenguaje que se convierte en parte del propio argumento de este “Hangsaman”.

Siento si suena muy prepotente lo que voy a decir, pero es que es así. Shirley Jackson no es una escritora para todos los públicos. Despierta demasiadas filias y fobias, ya que hay quienes la adoran, y quién es la detestan. El término medio no existe . Y para mí creo que lo ha dejado más claro en este libro (el segundo que escribió y publicó) que en cualquiera de los otros que haya leído de ella. El argumento es terriblemente simple, aunque esté lleno de matices. de hecho, la gracia está en su falta de argumento: excepto por el principio, y por alguna que otra otra situación que se da a lo largo de la novela, toda ella se basa en los sentimientos y en la sensaciones que van produciéndose en el interior tan peculiar de Natalie. No es un libro en el que pasen grandes acontecimientos o haya giros de guion terribles. Todos los tiempos los marcan las vivencias emocionales de una adolescente asustada, solitaria e imaginativa lanzada a un mundo demasiado cruel y duro para ella. de ahí que no me extrañe que haya lectores a los que les parezca una novela insustancial y aburrida, en la cual no transcurre nada. Y debo reconocer que durante una parte de la narración yo estado en este grupo. Sin embargo, no hay que olvidar algo: con Jackson las cosas nunca son lo que parecen. Como dice la contraportada del libro, “tratándose decirle Jackson, la oscuridad está siempre al acecho”. Es una autora que da miedo, pero no se trata de un miedo marcado por la sangre, la muerte y el terror en su estado puro. Ella maneja como nadie la vertiente más psicológica. El horror con ella se esconde en la cotidianidad, que siempre parece que acecha en los lugares con pinta de ser más tranquilos y comunes, en las personas que nos rodean y que aparentan ser de lo más corrientes. O en aquellas que sean tan conocidas para nosotros como nuestra cara reflejada en un espejo. O incluso en el interior de uno mismo; donde hay desvanes que ocultan sorprendentes secretos y monstruos internos que se ocultan en lo más profundo y raramente salen a la luz del sol, pero ahí están, esperando su momento para salir. Eso es lo que da tanto miedo en Shirley Jackson: que el terror siempre está al acecho, es una vieja bestia feroz y cruel que está preparada, en cualquier momento, para pillarte, desprevenido y clavar en ti sus zarpas sin misericordia.

Ese es el punto fuerte de “Hangsaman”, la manera en que una nueva y monotoma normalidad va haciendo mella en la protagonista. Como acabo de decir, no es una novela en la que pasan grandes cosas, el ritmo es muy plácido y la obra resulta muy introspectiva. de ahí que no sea para todos los lectores. El horror va apareciendo en pequeñas píldoras, dándose poco a poco en cómo va evolucionando el sentir de Natalie y va caminando, pasito a pasito, de forma implacable hacia la desdicha. Shirley Jackson da a cada situación y personaje que van interponiéndose en ese camino lleno de vericuetos una patina dantesca. Uno siente como la obra va evolucionando desde un cuadro típico de publicidad americana de los años 50, hasta una atmósfera oscura y opresiva que parece sacada de los Caprichos de Goya. Poco a poco, la tensión va subiendo de nivel, hasta convertirse en algo que ahoga y oprime, y que da como resultado un clímax y melodramático en las últimas páginas de la novela. En todo momento, a lo largo de la obra, hay una constante sensación de caída y de hundimiento, una tensión que resulta irrespirable. Cada vez que se da un diálogo, uno tiene la sensación de que la catastrofe va a suceder en cualquier momento, que la guerra sin cuartel y la violencia verbal van a surgir entre los hablantes.

No en vano, un tono malicioso, cínico y oscuro impregna todo “Hangsaman”. Es una novela profundamente atmosférica, que Shirley Jacskon ejecuta con su magia habitual. Pero no es una magia de cuento de hadas, sino más bien la de la pagana y antiquísima bruja de los bosques. Una magia psicológica que, según los críticos, bebe de dos temas: por un lado de la desgraciada y opresiva vida matrimonial de Jackson, quien escribió la obra en Bennington, Vermont, en cuya universidad (trasunto de aquella a la que llega Natalie) daba clases su marido. Y por otro, en la desaparición de una estudiante del centro, Paula Jean Welden, quien un día se adentro en el bosque para desaparecer para siempre, y cuyo caso nunca se ha resuelto. Dos fuentes que explican muy bien lo que encontramos en esta novela: una agría visión del matrimonio como una maquina que devora hasta hacer más y más diminuta a la esposa; personajes egoístas e implacables; familias agobiantes, podridas y desestructuradas desde lo más hondo de su núcleo; y una protagonista que conoce de primera mano la cara más traumática y cruda del paso a la adultez; que se encuentra sola en medio de un paisaje plagado de elementos enfermizos. Todos los personajes sin excepción quieren algo de ella, pero ninguno se preocupa realmente por su persona, hoy llegan a verla como un ser humano de carne y hueso. de ahí que Natalie solo se tenga así misma para poder auto afirmarse. Para bien y para mal.

Pero para mí, ha habido dos grandes problemas en esta novela: en primer lugar, que creo que ha sido demasiado introspectiva. Yo se dicho que esa introspección es, básicamente, la propia novela. Sin embargo, echo en falta que hubiera habido algún hilo argumentativo más, algún tipo de situación que hubiera marcado los tiempos y hubiera dado un poquito de Vidilla a lo que estaba leyendo. Es cierto que se dan algunas situaciones y relaciones que pretenden ser ese hilo conductor. Pero me queda la sensación de que la mayoría no se cierran e hilvanan bien, son como puntadas en el aire que no acaban por unificar bien los hilos de los que se compone la novela. Y en segundo lugar, el propio ritmo de la novela. Me ha parecido demasiado lento, y por ello en muchos tramos de la obra he sentido que está se estancaba y no avanzaba. Algo que imagino es consecuencia de lo primero, y a la vez algo inevitable por la naturaleza de la propia obra. Porque Jackson no le interesa tanto crear una trama mínimamente compleja y ágil, como ilustrar con todas sus luces y sombras la desgarradora sensación claustrofobia de miedo y abandono que azota a una joven totalmente desarraigada y que choca contra la sociedad estratificada de los Estados Unidos de America del momento.

En definitiva, “Hangsaman” es una novela del genero de crecimiento, en la que poco hay de positivo y mucho menos de heroico. Shirley Jackson se recrea en una composición de sombras, en la que los matices son los que iluminan pobremente ese bosque en el que Natalie se ve obligada a pasar a lo largo de toda la historia, y en el que los ecos de lo que no se dice resuenan poco a poco hasta convertirse en gritos de angustia y canciones que narran la soledad endemica de Natalie. Un personaje en constante evolución y que no deja indiferente. Justo como la obras de su creadora. Verdaderamente Shirley Jackson era una autora única y con un mundo atormentado y especial que dio pie a libros y caracteres no del todo comprendidos. Como debió de pasarle a ella en vida, algo que influyo en su obra y que dejo totalmente su impronta en este caso. Ya os digo desde aquí, que esta novela ha sido la que menos me ha gustado de todas las que he leído de Jackson. Pero aún así reconozco que es una obra única y especial, muy bien ejecutada, pese a lo que os cuento más arriba. Y que sigo teniendo muchas ganas de continuar adentrando dome por los oscuros inhóspitos recovecos que conforman la bibliografía de esta autora.
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