Intento recordar por qué se había dado a la bebida la noche anterior: solo podía echarle la culpa al invierno. A la oscuridad que cercaba la casa y frustrada su búsqueda. Al frío sempiterno que se colaba hasta lo más profundo de la tierra, estrangulando cualquier vida. No soportaba la idea de que ella estuviera allí fuera, perdida en algún sitio, muerta de frío. Por eso bebía. Para evitar pensar en ello.
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