El pacto de guerrero de Acero

Nos encontramos ante el primer libro de la saga "El destino del Ángel" ambientada en un futuro (alrededor del año 2300) prácticamente postapocalíptico tras La Catástrofe que inundó parte del planeta cambiando significativamente la superficie terrestre. Durante los años en los que se desarrolla la acción el mundo se encuentra prácticamente de manera permanente inmerso en una guerra entre las grandes potencias (renombradas, reagrupadas y, en gran medida, controladas por algunas de las más importantes empresas tecnológicas) en un equilibrio cambiante de batallas y pactos con las que asumen un papel más periférico. Toda la acción de la novela se desarrolla a un ritmo muy rápido, sin largas descripciones de escenarios ni recargadas presentaciones de los personajes, cuya personalidad y motivaciones iremos conociendo al hilo de los acontecimientos.

Skile Kaenehan es un joven que, siendo bebé, fue encontrado en una cuna con el nombre "Skhyler" escrito en ella. Criado como su propio hijo por la familia que lo encontró en Taiwai, pronto descubrirá que sus iris escarlata no es lo único que lo hace especial. Skile, junto a su hermanastro Kaisej, se verá arrastrado por la inercia de la guerra a combatir en las filas de Abexia (potencia formada por varios países europeos) contra Galbamort (en líneas generales, lo que anteriormente se conocía como Estados Unidos). Sin embargo, poco a poco irá descubriendo la verdadera raigambre del conflicto, de mucho mayor calado que las apariencias.

Me parece especialmente resaltable la velocidad con la que se suceden los acontecimientos y los giros inesperados que jalonan todo el argumento dejando varias incógnitas al final que espero con ansias resolver con las próximas publicaciones. Las descripciones de batallas y luchas en general son particularmente detalladas de tal forma que casi pude recrearlas en mi imaginación como si de una película se tratara. Me llama mucho la atención cómo Armando J. Suárez consigue un sincretismo perfecto entre elementos de tradición cultural y todo el imaginario futurista creado especialmente para la novela. Ello se concreta por ejemplo en la descripción de tecnología armamentística muy desarrollada combinada sin embargo con artes marciales clásicas o armas heredadas incluso de la Edad Media. Todo ello crea un universo singular y especialmente atrayente.

Debo señalar que la inserción de elementos sobrenaturales (cuya naturaleza no quisiera desvelar aquí) en la trama no la hacen menos verosímil como distopía, sino que la enriquecen y todo junto queda bien hilado y estructurado en una historia sin fisuras. Cabe apuntar también que es de agradecer y especialmente original la idea del autor de incluir una lista de temas musicales que inspiraron la obra. Solo queda esperar ahora a las próximas entregas de la saga que esperamos nos den algunas claves más acerca del misterioso universo de Skile.