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Perderse en una lectura como esta es todo un deleite, siendo consciente en todo momento que lo que tienes entre manos es una recopilación de micro relatos cuyo nexo común es la muerte, el horror y lo macabro. Y eso, que parece fácil, tiene mucho más mérito de lo que aparenta. La capacidad que tiene el autor para que consigas mantener el interés en la obra no tiene que ser nada sencillo y, mucho menos, el poder sorprender en tan pocas palabras. Aquí encuentras historias que no exceden las dos paginas y cuya lectura se hace tremendamente divertida. Pequeños relatos, algunos de tan solo unas líneas, que te transportan a todos los miedos que recuerdas de tu infancia. Fantasmas, brujas, demonios, tablas malditas, sectas, asesinos y cadáveres, chicas de la curva y todo tipo de anécdotas aterradoras que se podrás disfrutar en estas pequeñas cápsulas de horror. Lo curioso es que estas narraciones consiguen en todo momento que mantengas la atención, lo que considero todo un acierto por parte del Iwazaki. Claro está que el formato no pretende ir más allá. Que cuando te enfrentas a todos esos miedos poco a poco se van diluyendo entre el atracón de relatos, perdiendo su efecto con la acumulación de las historias. Quizás sería más adecuado leer uno de esos relatos cada noche. Sorprenderte con un pequeño cuento que te invite a adentrarte en tus sueños que, a lo mejor tras la lectura, no te dejarán dormir. Los micro relatos que aquí se recopilan son todo un ejemplo del cómo se puede narrar bien en pocas palabras. Toda una experiencia adictiva que bien merece una perfecta lectura en silencio, bajo la luz de una vela, tras haber limpiado los restos de sangre de la almohada. |
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