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La literatura infantil entretiene, divierte, deslumbra con hermosas ilustraciones (como es el caso) y en muchísimas ocasiones deja una semilla. Un mensaje de valor. El Efecto Matilda recoge todos aquellos casos en los que grandes mujeres han sido relegadas de los libros de historia porque sus parejas o compañeros de trabajo se han apropiado de sus hallazgos, ideas, investigaciones... Y recibe ese nombre por Matilda Joslyng Gage, la primera activista en denunciar tal injusticia. La bruja que no quería una escoba (de las de barrer) parece una historia de brujas y, ciertamente, lo es; pero también es una modo sencillo y original de acercar a los más pequeños las consecuencias del Efecto Matilda. Un mago embaucador, un aquelarre brillante y Petra, protagonista de esta historia y nuestra Matilda Joslyng particular. Nos ha gustado mucho esta historia porque queremos construir una sociedad en la que la mujer y todo su potencial sea reconocida en igualdad, porque queremos desterrar la idea de que las labores domésticas tiene género y eso, eso solo se logra renovando valores obsoletos e injustos. Ardua tarea en la que pone su granito de arena este cuento. La literatura infantil hoy día visibiliza, normaliza, integra y lo hace con verdaderas preciosidades como la que os traigo. David Sierra y su estilo tan característico dota de un enorme atractivo a un texto que sin adoctrinar, sino entreteniendo, deja una semilla maravillosa en nuestros pequeños lectores. |
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