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Crítica de Celeste_Lightwood


Celeste_Lightwood
10 August 2023
Ivy ha sido instruida desde muy pequeña en los asuntos políticos de Dione como única hija del rey. Sin embargo, según las reglas de sucesión, necesita a un hombre a su lado para poder acceder al trono, ya que las mujeres por sí solas no pueden gobernar. Como quiere lo mejor para su pueblo, está dispuesta a aceptar lo que sea, por eso tiene que casarse con el príncipe Fausto de Granth, quien también algún día se convertirá en el rey de sus tierras y ambos reinos quedarán unidos en una próspera y provechosa alianza. El día en que Fausto pisa Dione, Ivy se sorprende para bien porque su futuro marido parece ser mejor de lo que ella esperaba y, cuanto más le conoce, menos le disgusta la idea de casarse con él. al tiempo que se acercan las nupcias, se está gestando la Cumbre, cuyo lugar de celebración será precisamente Dione, un encuentro entre los diferentes monarcas de Marabilia donde estos discuten sobre temas políticos y económicos de diversa índole. Ivy ni siquiera sospecha que la Cumbre de ese año va a ser diferente y que lo que se discuta tras sus puertas cerradas puede cambiar su vida para siempre. Y Fausto tampoco sospecha que al aceptar a Ivy como su prometida, ha quedado atrapado en un sin fin de peligrosas intrigas palaciegas que pueden tener consecuencias nefastas para el futuro matrimonio.



Ivy siente que vive atrapada. A pesar de que no le falta de nada, su vida está restringida a las cuatro paredes del palacio; ser la futura reina consorte significa que tiene ciertas responsabilidades que le impiden disfrutar de la vida como ella quisiera. Esa jaula cambiará de dueño cuando se vea obligada a casarse con Fausto, un hombre al que no conoce de nada (más allá la información políticamente correcta que ha recibido sobre él cuando le anunciaron quién sería su prometido), pero quien es necesario para que Ivy pueda reclamar legítimamente el trono de Dione, dado que ninguna mujer puede reinar sola en Marabilia. Ella sabe que está perfectamente preparada para gobernar (aunque secretamente albergue sus dudas por culpa de todos los hombres que no están de acuerdo), pero tendrá que acatar las reglas escritas si quiere tomar lo que por derecho de nacimiento le corresponde. Sin embargo, cuando conozca a Fausto (quien también se ve obligado a casarse con Dione por alianzas políticas), se dará cuenta de que, quizá, su futuro prometido no esté tan mal.

Ivy es resuelta, astuta y está dispuesta a enfrentarse al mundo con uñas y dientes con tal de proteger a aquellos a los que más quiere y de ser una buena reina para su pueblo. Por eso, aceptará la imposición de casarse para reinar, rezando porque el elegido sea un buen marido y que se preocupe por su gente lo mismo que ella. Sabe que las reglas que rigen el mundo son injustas, que ella debería reinar por derecho propio sin necesitar un hombre a su lado, pero no tiene el poder para cambiarlo. No tiene el poder para alzar la voz y gritarle a los reyes que se van a reunir para la Cumbre que sus costumbres son anticuadas, obsoletas y erróneas, pues las mujeres pueden tener las mismas habilidades de liderazgo que ellos. O tal vez sí lo tenga, pero necesita la oportunidad adecuada para gritarlo. No quiere conformarse con el camino que los demás han escrito para ella y, aunque no lo sepa, está a un paso de romper su jaula de seda. Por su parte, Fausto es la definición de nobleza. Entiende a Ivy y sus temores, así que hará lo posible por demostrarle que es un buen hombre, que comprende la situación en la que ambos se encuentran y que para él tampoco es agradable verse obligado a casarse con alguien a quien no conoce. Se tomará su tiempo para acercarse a Ivy, sin presionarla, esforzándose por entenderla y por aprender sobre Dione y su gente, pues dentro de poco él se convertirá en su rey. La cultura de Granth es muy distinta y tienen costumbres muy diferentes como la unión casi mística que existe entre la familia real y sus pájaros o nasires (los cuales poseen cualidades mágicas), por lo que Ivy y Fausto tendrán que aprender el uno del otro. Fausto luchará por conseguir lo mejor para su prometida y más cuando descubra todas las intrigas de palacio que la rodean y que ponen a la princesa en su centro y, por extensión, a él también. Fausto es un personaje masculino maravilloso, el hombre ideal al que todas aspiramos, y es imposible no encariñarse con él, especialmente teniendo en cuenta cómo trata a Ivy. Como es de esperar con estas autoras, conforme más tiempo pasan juntos, más saben uno del otro y pasarán de ser desconocidos a no considerar su matrimonio como una imposición, sino como un deseo.

Por supuesto, tenemos otros personajes secundarios como Samira, la hermana pequeña de Fausto, que se cuela en el viaje a Dione sin que sus padres ni su hermano lo sepan. Una vez en la corte, gracias a que es invisible por ser mujer y, por lo tanto, por no tener ningún poder real, aprovechará esa "ventaja" para escabullirse, besar a bellas damas en las esquinas y espiar conversaciones ajenas. Samira es salvaje precisamente porque no ha tenido que someterse a normas tan estrictas como su hermano, puesto que él será rey, lo que hace que, por un lado, se sienta afortunada por esa laxitud en su educación pero, por otro, siempre se haya sentido como si no le importara a nadie. Pese a ser secundaria, sabe abrirse hueco entre los roles protagónicos y nos dará más de una sorpresa. Cordelia es la prima y mejor amiga de Ivy, su consejera, quien la escucha y conoce su verdaderos sentimientos. Es muy dulce, comedida y correcta, siempre intenta entender la posición de Ivy y ayudarla en lo que está en su mano. al principio parece bastante modosita y que se cuida mucho de lo que dice y lo que hace, pero según avanza la trama descubrimos cierto lado rebelde en ella que me gustó mucho.

Estos cuatro personajes serán los que vayan desgranando la trama desde sus diferentes perspectivas, aunque el protagonismo lo tienen Ivy y Fausto y, además, en mi opinión sus capítulos eran los más interesantes. de todos los libros de Marabilia, esta cuarta parte es la que ha tenido el argumento que más me ha enganchado. Las intrigas palaciegas, las traiciones y las puñaladas entre la nobleza son elementos que siempre me han gustado y tratar de averiguar quién estaba cometiendo qué actos y cuál era el propósito de los mismos, me tuvo pegada a las páginas. Además, la relación que vamos viendo entre Ivy y Fausto me pareció preciosa, no disfrutaba tanto de un romance en esta saga desde Lynne y Arthmael. Hablando de estos dos personajes, por supuesto aparecen en este libro (recordemos que aunque estas novelas se pueden leer de forma independiente, tienen elementos que se interrelacionan entre sí y, por tanto, lo ideal es leerlos en orden). También hace acto de presencia Kay, un personaje al que ya conocimos en Ladrones de la libertad porque era el antiguo prometido de Ivy (hasta que se descubrieron ciertas cosas sobre Kay que hizo que el enlace se fuera al traste).

Mientras los tres libros anteriores están lleno de aventuras y los personajes viajan por distintos escenarios en busca de resolver ciertas misiones, en ese aspecto Jaulas de seda se trata de una novela con un ritmo más pausado y que se desarrolla íntegramente en el palacio de Dione. Aun así, no está exenta de emoción ni de tensión porque, como ya digo, todo lo que se cuece en las sombras de la corte es suficiente como para mantener la atención del lector. Tal y como nos tienen acostumbradas estas autoras, nos encontramos con un fuerte componente feminista que tiene como centro a Ivy, aunque se extiende al resto de mujeres, y que ensalza la sororidad. En esta obra se critica la tradición obsoleta de que las mujeres no pueden reinar por mucho que sean las herederas legítimas y necesitan a un marido que reine por ellas. Pese a que Ivy ha sido preparada desde pequeña para ocupar el trono, su padre lamenta que tenga que casarse para ello. Así pues, veremos cómo las mujeres luchan por reclamar su sitio en el mundo y la Cumbre que se va a celebrar es un escenario ideal para que estas alcen la voz y reclamen lo que por derecho les pertenece. Como viene siento habitual, los discurso feministas (especialmente de Ivy y Samira) copan prácticamente cada página y eso se me hizo muy pesado. Estas autoras me resultan muy repetitivas y machaconas en este aspecto, tal y como he comentado en reseñas anteriores, así que me limitaba a saltarme esos párrafos reivindicativos donde los personajes se dedicaban a repetir lo mismo una y otra vez.

Por otro lado, algo que no me convenció fue cómo las autoras trataron el tema de las relaciones entre los personajes. En un ambiente cortesano donde las mujeres deben ser recatadas, tímidas y, por supuesto, no dar muestras de cariño en público hacia sus parejas, Samira se pasa todo el libro expresando su sexualidad libremente y ligando con todas las mujeres que salen a su paso sin ningún tapujo y, por supuesto, en público. Me resulta chocante que se vea como escandaloso que Ivy y Fausto se rocen la mano, teniendo en cuenta que se van a casar, pero que a nadie le horrorice que Samira le haga insinuaciones sexuales a las sirvientas en mitad de un pasillo. Todos los personajes consideran que Ivy y Fausto deben mantener las distancias en todo momento, aun estando prometidos, pero Samira puede soltar burradas de índole sexual en mitad de una comida sin recibir ninguna amonestación, cuando, bajo mi punto de vista, esto último debería resultar infinitamente más inapropiado. Esto quizá ha sido lo que menos me ha concordado dentro de toda la novela, pero casi podría considerarse anecdótico.

Como ya he adelantado, el ritmo es más pausado que en las anteriores entregas de esta saga, pero eso no disminuye el disfrute y no impide que como lectores estemos al acecho de devorar al siguiente capítulo. No todas las obras tienen que ser frenéticas para atrapar la atención del espectador y este es un claro ejemplo de ello. Su pluma como siempre es bonita, delicada, reflexiva y con frases muy profundas y que dejan un poso en tu conciencia. El tema cultural y cómo lo han desarrollado me ha gustado mucho porque si bien las culturas que componen Marabilia son muy diferentes entre sí, nunca antes habían ahondado tanto en este hecho. Pero al tener un matrimonio entre dos personajes de reinos distintos, aprender las costumbres del otro era un punto importante en este libro y ha sido una oportunidad perfecta para que los lectores aprendiéramos más sobre su riqueza. Quiero destacar sobre todo la presencia de los nasires, unas aves mágicas que pueden cambiar su aspecto para parecer pájaros normales y reconocibles y que tienen unas cualidades mágicas que les permiten crear un vínculo inquebrantable con su portador, además de comunicarse mediante imágenes y pensamientos.

El final es perfecto y satisfactorio porque ocurre exactamente lo que quieres que ocurra durante toda la novela. Es verdad que podemos deducir que la resolución no es del agrado de todos los personajes y que es probable que se vengan momentos complicados de cara a Reinos de cristal, pero por lo demás, es un desenlace perfecto que no evita dejarte con una sonrisa en los labios.



Marabilia es una saga que demuestra en cada uno de sus libros el por qué Iria y Selene son una de las autoras de fantasía actuales predilectas en el mundo hispano. Saben crear historias fuertes, coherentes, con buenos personajes, historias que te permiten perderte en mundos fantásticos pero sin dejar de poner los pies en la tierra aludiendo a problemas como el machismo. Es verdad que para mí sus libros no son perfectos, pero acudir a Marabilia es leer novelas que sé que me van a gustar, un lugar de confort que está ahí para mí.

Enlace: http://notodoesfantasia.blog..
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