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Marta necesita estabilidad, un trabajo seguro en el que sentir la pasión de correr por sus venas. Los ratos con sus amigas y un hombre que quiera quedarse a su lado y hablar de futuro. Rafa vive la vida, el presente, no ha tenido una infancia sencilla. Ni siquiera sabe lo que significa que se preocupen por él, por lo que preocuparse por los demás no entra en sus planes. Aunque, no es fácil mantener tus ideas cuando algo te arrastra sin remedio. ¿Podrán encontrar un camino de unión entre sus diferentes mundos? La tercera parte de esta serie que me tiene enganchada ha sido, para mi gusto, más intensa que las dos primeras. El personaje de Rafa lleva una carga sobre los hombros que no solo ha marcado su infancia, sino que lo sigue haciendo en la madurez. Marcando no solo su día a día, sino la relación que mantiene con los demás, sobre todo en las amorosas. Las diferencias entre los dos personajes principales, tanto en la manera de ser como en la de ver la vida y lo que quieren de la misma, te mantienen en un estado de alerta continuo. Sin saber por dónde van a ir los tiros, ni siquiera si van a terminar juntos. Hasta el final te encuentras en un sin vivir de emociones y de autodescubrimiento de sus personajes que te mantiene pegada a las páginas. Como en las anteriores me encanta seguir manteniendo el contacto con los personajes anteriores, seguir sabiendo de sus vidas y sus avances. Lo mismo que tener pequeñas pinceladas de que nos depara a continuación. ¿Seguimos con Minerva?
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