Fuego en Oxford

Sam y Michael Esmond, y sus hijos Matty y Zachary residen en una impresionante casa. Su vida personal se desmorona, Michael está estancado profesionalmente y Sam dista mucho de ser la madre que esperaba. de cara a los demás, son la familia perfecta. Una madrugada de navidad su casa arde, Zachary de tres años aparece muerto, Matty queda en coma. Sus padres han desaparecido. ¿Hasta qué punto estarías dispuesto a llegar por proteger tu imagen y la de tu familia?

Ha sido calificada como la novela más adictiva del año y no es para menos. La trama es trepidante. ¿Quién dejaría solos a unos niños tan pequeños? ¿Estarían realmente solos? ¿Ha sido intencionado? La autora sabe como mantenernos pegados a sus páginas. Los capítulos se intercalan con documentación del caso; declaraciones, mapas, llamadas telefónicas, noticias y opiniones populares. Prácticamente ya es una seña de identidad de la autora y a mí me hace la lectura aún más amena.

Como también es habitual en ella, la trama se centra mucho en la investigación policial. No hay lugar para recrearse con sentimientos y descripciones, son novelas muy reales. Nada les viene rodado, son policías que fallan en sus suposiciones, son humanos y tienen problemas personales.

En general, la historia está bien construida, es la que más ha logrado atraparme, ha sido casi como una reconciliación con la autora. El final me ha parecido algo complejo, con muchos giros de guion, pero pasable. Por ponerle algún pero, me molesta especialmente que los capítulos solo se separen por asteriscos. ¡Siento que todo el rato dejo la lectura a medias! Las menciones a Daisy Mason me han ganado, ¡Cómo hila!
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