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Novela con un ritmo pausado que te hace disfrutar de la genialidad y las magníficas descripciones de la señora Howard. Siempre que leo un libro suyo, disfruto al máximo con una lectura lenta y maravillosa, y solo hago que pensar lo feliz que me hace leer. Aunque en este caso hacia el final del libro, es imposible no sentirse asqueado con un personaje de la novela. La novela nos cuenta cómo después de 20 años de la muerte de Julius, ésta sigue afectando a la vida de su mujer, sus dos hijas y el que fuera amante de la mujer; veremos como su muerte afectó en diferentes medidas y formas a cada uno de ellos. Estos personajes coinciden un fin de semana en la casa de la madre, y a ellos se les une un poeta amargado y acomplejado. La novela nos narra ese largo fin de semana que aprovecharán los protagonistas para resolver sus traumas y diferencias. La estructura de la novela sigue el mismo formato que con la saga de los Cazalet, es decir, cada capítulo lleva el nombre de un personaje y narra la historia según el punto de vista de éste. Para mí es un gran acierto, ya que en ocasiones narra el mismo momento de la historia pero con el punto de vista de un personaje diferente, permitiéndonos descubrir mejor la personalidad de cada uno de ellos. Elizabeth Jean Howard no escatima a la hora de describir situaciones, personajes o paisajes siempre con una elegancia y un talento inigualable. Ya he comentado que su ritmo es pausado pero es imposible no disfrutar de su prosa, o de sus historias con cierta crítica social y con una suave ironía, o de sus expansivas descripciones. Una novela cien por cien recomendable para aquellos que les gusten las novelas pausadas, sin mucha acción y descriptivas; si estás en un momento que prefieres mucha acción y ritmo vertiginoso, entonces ésta no es tu novela. |
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