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Este fue mi primer libro del año, y de verdad no puedo dejar de recomendarlo. Este libro es una denuncia a las vejaciones que los indígenas guatemaltecos sufrieron a manos de los militares en los años 60, 70, 80. El protagonista debe revisar 1,100 hojas de testimonios de las víctimas para presentar un compendio de lo sucedido. Los testimonios son brutales y no hay manera de mantener la sensatez mientras se lee. Entonces, la escritura se vuelve histérica, paranoica. El personaje se mueve entre lo que ve e imagina que ve, vive y no vive porque las palabras de estos indígenas resuenan en su cabeza y son una especie de advertencia: ¿Lo irán a matar a él también por enterarse de lo que pasó? ¿Es real lo que le está pasando o se lo imagina? No puedo dejar de mencionar la maestría con que el autor le da voz a este personaje, digo, es el típico Godínez que tiene que hacer trabajo de oficina, que se quiere ligar a las europeas que andan en pos de hacer justicia y casi, casi que es patético, pero al mismo tiempo están las voces del dolor, las voces de estos indígenas, y sí, lo que leemos nos transforma, es inevitable. |
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