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Crítica de Inquilinas_Netherfield


Inquilinas_Netherfield
12 February 2019
Preciosa Polly Pemberton es lo mismo que hablar de un romanticismo torticero y retorcido donde los sentimientos y el amor se desenfocan y se redirigen hacia un amor sufrido y de sentido único, donde los encuentros y desencuentros marcan las vidas de los jóvenes protagonistas: ella, la preciosa Polly Pemberton, actriz orgullosa y digna, y él, Gaston Framleigh, orgulloso oficial y supuesto heredero de una gran fortuna.

Los desequilibrios sociales y mentales están dados y, si a ello se añade el orgullo sumado de ambos, resulta muy difícil que el amor, una vez surgido, florezca y crezca en las mejores condiciones. Nuestros protagonistas resultan ser dos seres tan arrogantes y altivos que cualquier pensamiento negativo, por nimio que sea, les hace acerrojarse en unos procesos mentales tóxicos y convencidos que los dejan más ciegos que otra cosa (peyorativamente hablando, claro).

Hay que agradecer que la historia no resulte tan sencilla como la simple fórmula de chico descubre a chica en el jardín de su casa, esta levanta la vista y los dos quedan prendados por la eterna llama del amor. Si hubiera sido así, la reseña solamente hubiera necesitado dos palabras, tralarí, tralará, y entonces, la editorial dÉpoca no se habría molestado en realizar una edición tan cuidada y esmerada con esas preciosas filigranas e ilustraciones.

Como iba diciendo, las cosas no van a ser tan fáciles para nuestros protagonistas. La preciosa y altiva Polly es una mujer honesta, llena de recursos y sabiduría que utiliza como herramientas que modelan su vida y la de los demás, ya sea en el plano profesional como en el personal. Polly es el personaje activo que marca los ritmos y los procesos de toda la argumentación, posibilitando así todos los encuentros y desencuentros que se suceden en el peculiar romance.

Vamos, por decirlo a grosso modo, y en lo que respecta al joven oficial Gaston Framleigh, es ella la que va a darle la vuelta como a un calcetín, y a él le da lo mismo si lo ve venir o no, porque se une a este proceso aportando toda su energía y frenesí. Y eso que desde el principio nos encontramos con un Gaston más o menos igual de orgulloso y altivo, pero es que además es indolente, lo que le hace encerrarse en procesos mentales que no le dejan ver más allá del quiero pero no debo, y enredarse para dar los pasos adecuados por los que suspira su corazón desoído.

Frances Hodgson Burnett fabrica dos personajes que, a pesar de todo, son tal para cual, y así nos lo demuestra a lo largo de su narración. Solo falta descubrir cómo los protagonistas, a pesar de todo, se reconocen y hasta dónde son capaces de llegar en sus autotormentos, pues el argumento se va retorciendo con el transcurrir de las páginas, alejándose de la historia sencilla que intuimos cuando leemos la primera página y vemos el sendero hacia la casa de Polly como un camino trillado de vino y rosas. Conforme se va liando el argumento, se va originando un duelo de voluntades donde las mentes de los protagonistas se enrocan en unos pareceres y dictámenes tan negativos y obstinados que les imposibilita ver y hacer lo que realmente desean.

Como tampoco es cuestión de dejar a los personajes con un frenesí eterno y autodestructivo, para desenredar su liada madeja, la autora hace llegar a sus vidas otras personas más sencillas y blancas que les hacen reflejarse en sus espejos con el fin de que puedan desactivar de alguna manera sus egos dominantes y reconducir con ello la situación, ayudándolos a encontrarse en su felicidad.

Sin quererlo casi lo he dicho todo. Solo me queda por comentar la contextualización de la historia, la ambientación y la época en que fue escrita, donde el rigorismo y las clases sociales encorsetaban a la sociedad. La grandeza de todo esto es cómo una autora imaginó una historia donde se rompía y se recomponía todo al tiempo que debía encajar las piezas de un puzle delicioso, estructurando y reestructurando a unos personajes para que se acoplasen, se articulasen y acabasen ensamblándose con su historia.

Supongo que fue todo un deleite escribir Preciosa Polly Pemberton, al igual que ha resultado todo un placer leerlo. No hay nada como no dejar de sonreír a lo largo de su lectura y, si eso se acompaña de una edición preciosa y unas ilustraciones maravillosas, pues eso: más y mejor.
Enlace: https://inquilinasnetherfiel..
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