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Final de la Trilogía del Bufón, y en parte, de la trilogía original del Vatídico. Siguiendo un poco el esquema de la primera trilogía, esta tercera entrega se centra en un viaje - expedición en busca de una leyenda (en la primera eran los Vetulus, en esta el dragón Yama de Hielo). Fiel al estilo de Hobb, los acontecimientos se desarrollan de forma lenta, huyendo de la tensión frenética de la aventura. Hasta que en un determinado momento, todo salta por los aires y empiezan a sucederse acontecimientos que aceleran el ritmo de la novela. Leyendas, visiones, premoniciones, sueños, dragones, Vetulus, forjados, y mucha magia (Maña y Habilidad por todos lados) otorgan un carácter épico al libro. Tras tanto tiempo leyendo sobre Traspié, no puedo dejar de sentir pena por él: desde pequeño todos lo han utilizado para sus intereses, y eso no ha cambiado cuando ha crecido. Mención especial a su tarea de cuidar a Tordo durante toda la expedición. He sufrido junto a él en muchos puntos de la lectura, sintiendo como mía las pérdidas que Traspié iba sufriendo, una a una: algunas importantes y otras menos, algunas esperadas y otras imprevistas. Todas ellas uniéndose al eco de las pérdidas del pasado que lleva arrastrando 16 años. Si bien es cierto que finalmente alcanza cierta paz y alegría en su vida, esta se relata a modo de epílogo al final del libro, dejando la sensación de que la balanza no queda ni mucho menos equilibrada. Y para los nostálgicos, mención especial los últimos capítulos del libro, de los que no diré nada para no arruinaros la sorpresa. |
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