Madrid, 2016. Un hombre es asesinado en el Museo del Prado. El cadáver, salvajemente mutilado, yace en la sala de las «pinturas negras» de Goya, y una cuchillada furiosa atraviesa de arriba abajo el lienzo Saturno devorando a su hijo, una de las obras maestras de la colección. La policía se enfrenta a un caso complicado y de enorme repercusión mediática. Venecia, 1873. Durante una fiesta en un palazzo del Gran Canal, una misteriosa joven llamada Alessandra Abad oye hablar por primera vez de catorce extrañas pinturas halladas en las paredes de la Quinta del Sordo, realizadas por un Goya enloquecido, y de los esfuerzos de un experto del Prado por extraerlas de los muros. Cuando leí la sinopsis del libro pensé que me iba a encantar, crímenes asociados a Goya y en el Museo del Prado... ¿qué podía fallar? Pues ha fallado casi todo. No ha logrado engancharme, estuve apunto de abandonarlo, pasa de una historia a otra sin ningún tipo de continuidad, el personaje masculino no puede ser más insoportable y la protagonista femenina, llena de clichés. La novela está bien escrita, y es una pena que no se haya sacado partido a tanto potencial como tenía la historia. |