El último lugar en la Tierra

Si hay algo que podemos decir seguro del inicio de esta entrega de la saga romántica de los Cabana es que empieza fuerte. Marcos Cabana ve peligrar su vida en una de sus misiones como agente del GEO, no obstante, gracias a ello es cómo la historia introduce el otro elemento del tándem de esta historia. Mencía, de origen vasco, acude a Alicante a llevar a cabo la investigación. Así, a esa trama romántica, que como os imaginaréis se desarrolla entre Mencía y Marcos, se une una trama policíaca en donde es de vital importancia encontrar al culpable de ese incidente. Una contrarreloj que se dejará notar más en la segunda mitad de la obra, a medida que las misiones de Marcos aumenten.
Individualidad al poder
Una de las cosas que destaca de esta entrega es que el personaje femenino viene fuera del entorno de los Cabana. Esto ya ha sucedido en una entrega anterior con uno masculino y creo que refresca el universo de los hermanos. Gracias a esto, se nos introducen nuevos personajes, como la propia Mencía y su hermano Julen, nuevas problemáticas, como los problemas y vidas de ambos hermanos, y nuevos escenarios que ver, si en las segunda entrega se nos hablaba un poquito de Madrid, aquí se nos hablará de País Vasco.
Además, hay que destacar que el personaje femenino que se nos ofrece es de los más interesantes de la saga. Desmereciendo mucho a Pirs (que le tengo una manía que no puedo con ella) y sin desmerecer a Cata (la pobre es que es pija y ya está), Mencía es una mujer fuerte, no solo por su trabajo, sino por cómo intenta enfrentar sus problemas, por cierto bastante infundados, y cómo ha conseguido reconducir su vida a pesar de ellos. También se convierte en una digna adversaria del Cabana menos idiota de todos, Marcos
Este, Marcos o Marc para el resto, se nos presenta como un hombre que no quiere tener relaciones para no volver a cagarla. No cuento cuál es la metedura de pata previa, pero sí cabe decir que en este sentido es un hombre que no engaña y explica desde el principio de que va y a qué. El problema, claro, es que se enamora, y no actúa con violencia ante ello (menos mal) sino que asume poco a poco y a su pesar lo que va sintiendo. Hay drama, por supuesto, pero no es un drama de negar la evidencia.
La tensión física y psíquica
Entonces, si él asume su enamoramiento y entendemos que Mencía también, ¿dónde está la tensión? Pues en este caso, en una tensión sexual resuelta que no deja de tener ecos en la obra. La verdad es que al principio esto no me dijo mucho, pero a medida que iba avanzando más iba entendiendo el inicio que había establecido la autora.
En cuanto a la tensión narrativa, como hemos comentado más arriba, se establece en la investigación de Mencía y en las conclusiones que va pudiendo desarrollar. Así, ese halo de sospecha por encontrar al culpable se nos pega a los lectores y leemos con avidez no solo por el lío amoroso, sino por la importancia de que se termine esa investigación.
Vamos mejorando
Normalmente, cuando leo una saga me suele pasar que el primer tomo me gusta mucho y después va decayendo. En este caso, me sucede todo lo contrario. El primer tomo de la saga no me disgustó en exceso, pero no me hizo entender su éxito, sin embargo, a medida que he ido avanzando la cosa ha ido creciendo. El segundo tomo es fantástico y en el tercero decide ir incorporando tramas fuera de la romántica que va engarzando perfectamente.
En este caso, la unión de la romántica y la policíaca es perfecta, sin que haya excesos en ninguna de las dos partes y mejor integrada que en la entrega anterior. Además, a ello se une la creación de un personaje estupendo y con carácter, como es Mencía, y el descubrimiento de otro que ha resultado mejor que los anteriores. Únele un estilo sencillo y directo, con un lenguaje cercano y tenéis una novela que engancha y perfecta para el verano. No me queda más, entonces, que recomendaros sin duda la historia de Marc y Mencía. Espero que os guste.


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