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¿Qué pasari〚 si de repente las ratas fuesen algo más que simples roedores y comenzaran a cazar a los humanos? ¿Si el equilibrio natural cambiase y el hombre, en vez de depredador, se convirtiese en presa? . Ese es el escenario que nos propone James Herbert de una manera sencilla y directa, sin engaños, sin grandes descripciones, sin pretensiones de ningún tipo, y en ese sentido es todo un acierto y esa es la forma en la que uno debe sentarse a leer este libro, con ganas de pasar un buen rato siendo testigo de cómo estos animales ansi〚n hincar el diente y darse un festín de sangre y vísceras a costa de cualquier humano que se ponga a su alcance. Y si no se pone a tiro no pasa nada, le van a perseguir hasta arrinconarlo y degustarlo. Implacables y disciplinadas como un ejército perfecto. . Más allá de lo divertido que puede ser ver cómo las ratas se comen a nuestra especie (y creedme que esas escenas son de lo mejor de esta novela), la trama es simple, lo mismo que los personajes que aparecen en la historia, totalmente planos, sin ningún tipo de evolución a lo largo del libro, y con escenas que dan la sensación de estar escritas simplemente para cubrir el expediente y llenar páginas sin que aporten nada, ni a la trama ni a ninguno de sus protagonistas. Herbert fue contemporáneo de Stephen King, y leyendo obras como esta uno entiende el motivo por el que ha estado a la sombra de este. . Igual que a las ratas les gusta la carne tierna de los niños, a los lectores de terror y coleccionistas del género no les amargará un dulce como este. Una lectura perfecta y ligera para desconectar cuando uno está saturado o ha terminado de leer uno de esos libros que te dejan exhausto. Es como ver una de esas peli〜ulas de serie B un domingo de sobremesa, no va a cambiar tu vida, pero entretiene y te mantiene enganchado. A veces reconciliarse con la mediocridad es divertido y hasta terapéutico. |
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