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Como hizo con "El año de las brujas", Alexis Henderson coge algo de la historia y el folklore y lo retuerce para darle nueva forma sin que pierda un ápice de crueldad. En este caso, los vampiros. En este libro hay mucha sangre derramada, mucha bebida, mucha desperdiciada. Aristócratas decadentes, aferrándose a la sangre para extender sus días, para curar sus enfermedades, para saciar ese hambre que acarrean. Pero no son vampiros al uso, no el ser sobrenatural de los mitos. Estos bebedores de sangre son humanos, y las criadas de sangre, poco más que sus esclavas. Hay crueldad, desprecio, deseo, lujuria, pero también sororidad y vitalidad contra todo pronóstico, relaciones entre mujeres exclusivamente, dominio y una retorcida lealtad. También encontraremos un pequeño misterio que dará pie al desenlace de la historia. Es un libro oscuro que si fuera un color, sería rojo casi negro. Rojo sangre. En general me ha gustado, aunque a veces la voz fluctúa entre el adulto y el joven adulto. Algunos hechos son recordados con una frecuencia excesiva, y hay un trozo del libro en el que la trama gira sobre sí misma y apenas avanza. Aún así, en general creo que es una vuelta de tuerca al mito de los vampiros que se lee como un libro del tema sin serlo del todo. Castillos alejados, pasadizos secretos, y la palabra "desgraciada" que lo impregna todo. Para mí se fue desinflando un poco y el final se me hizo un poco fantasioso (dentro de lo que viene a ser una historia de ficción como esta, está claro) pero, lo dicho, en general lo he disfrutado y me ha gustado recorrer ese castillo y sus horrores. |
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