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Crítica de Guille63


Guille63
22 March 2023
“No es que tema convertirme en animal, eso no sería tan malo; pero el ser humano nunca se convierte en animal, sino que lo sobrepasa y se precipita en un abismo.”

Lo primero que habría que advertir a los que leyendo la sinopsis se pueden llevar una impresión equivocada de la novela es que la pared invisible que le da título y que aparece de la nada aislando a una mujer del mundo exterior y dejándola a su suerte en una cabaña en medio del bosque y entre montañas no es más que el punto de apoyo ideado por la autora para crear el contexto necesario para el desarrollo de su relato.

Bajo mi punto de vista, lo que la autora plantea con esta situación es la importancia que las circunstancias, y muy especialmente la presión de las personas de nuestro entorno, tienen en nuestras elecciones vitales y cómo estas nos pueden entorpecer la búsqueda de nuestro verdadero camino, aquel en el que poder desarrollar todo nuestro potencial y, por tanto, ser felices. Obviamente, los roles de género han sido, y los son todavía, condicionantes importantes en este proceso de crecimiento personal, pero no son los únicos. Por ello, creo que, aunque en casi cualquier comentario que encontrarán sobre la novela se resalta su carácter feminista, el hecho nos afecta a todos.

Y otro apunte importante más es que quizá la novela no pudiera haber sido escrita de otra manera sin perder su esencia, pero lo cierto es que la vida diaria de la mujer y la forma en la que hace frente a sus problemas, sin apenas sucesos que rompan el desarrollo lineal y periódico de la historia, se vuelve monótona y repetitiva en exceso, y solo la gran calidad de la escritura de Haushofer, junto al calado de las reflexiones que en pequeñas dosis va desperdigando por el relato, así como la curiosidad por resolver el misterio de la pared y de ese terrible suceso que en más de una ocasión nos anticipa, te mantiene en la brecha hasta el final.

Pues bien, la mujer protagonista, de cuya historia pasada apenas sabremos nada, de la que desconocemos hasta su nombre, con la única compañía de unos pocos animales, siente la necesidad de escribir un informe, qué será la propia novela («no escribo por el placer de la escritura; tal como son las cosas, tengo que hacerlo si no quiero perder la razón»), en el que dejará constancia de su proceso de autoconocimiento.

“Fui una buena madre para niñas pequeñas. En cuanto crecieron y empezaron a ir a la escuela fracasé… muy pocas veces era feliz con ellas. Entonces volví a dedicarme mucho a mi marido, que parecía necesitarme más… nunca volví a ser feliz. Todo cambió de forma desoladora y, en realidad, dejé de vivir.”

En el aislamiento en el que se encuentra, no solo tendrá que cuidar de sí misma, también, y esto es lo que parece salvarla, de los animales a su cargo; las escalas de valores saltan por los aires; casi todo lo aprendido hasta ese momento deja de tener valor y desconoce casi todo lo que ahora necesita saber; cambia su sentido del tiempo («Nada atosiga ni urge; yo soy la única ansiosa del bosque, y sigo sufriendo por ello»), sus ritmos («desde que me he vuelto más lenta, el bosque a mi alrededor se ha llenado de vida»), las necesidades del cuerpo, de su cuidado, hasta cambiar completamente la percepción que de él tiene («lo espantoso que es depender de un cuerpo insatisfecho»)…

“No quiero decir que esta sea la única forma de vivir, pero sin duda es la más adecuada para mí. Y cuantas cosas tuvieron que suceder para encontrarla…aquí, en el bosque, estoy en el lugar adecuado para mí.”

No, realmente no es la única forma de vivir, para estar conforme con la suya hay que amar a los animales con la intensidad con la que ella los ama («mientras haya en el bosque una criatura a la que amar, la amaré; y si alguna vez de verdad no queda nada, mi vida habrá llegado a su fin») y además, y esto es mucho más complicado, no echar en falta la compañía de otras personas. de hecho, resulta bastante extraño el poco espacio que dedica al recuerdo de su familia, de sus hijas, de su marido, de sus antiguos amigos, como extraño es que en ningún momento expresara la necesidad de contacto humano, la cercanía de otro cuerpo, por muy poca consideración que guardara a nuestra especie.

“…los humanos merecen más compasión porque poseen raciocinio suficiente para resistirse al curso natural de las cosas. Eso los volvió maliciosos y desesperados, poco dignos de ser amados. Y habría sido imposible vivir de otra manera. No hay emoción más sensata que el amor. Hace más soportable la vida del amante y del amado. Pero claro, tendríamos que haber reconocido a tiempo que esa era la única posibilidad, la única esperanza de una vida mejor. Para un incontable ejército de muertos, esa única posibilidad está ya perdida para siempre. No puedo dejar de pensarlo. No comprendo por qué elegimos el camino errado; sólo sé que ahora ya es tarde.”



P.S. ***No lean esto si no quieren que les chafe el misterio de la pared*** Si aun así han querido seguir leyendo, lamento decirles que el misterio de la pared no se resuelve, ya dije al principio que es solo el motivo para el relato, por lo que deja abierta su interpretación. La propia protagonista no puede resistirse a hacer la suya, bastante vaga, por cierto, y de la que aquí no diré nada.

“Las cosas suceden sin más; yo solo intento, como los millones de personas que me precedieron, encontrarles un sentido porque mi vanidad se niega a admitir que el único sentido de un acontecimiento radica en el acontecimiento mismo… solo nosotros estamos condenados a perseguir un significado inexistente…”
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