El nombre que describe más mi experiencia al leer este libro es "intensidad". Esta intensidad ha provocado que para leerlo me haya tenido que tomar mi tiempo, y es que la calidad literaria de esta obra bien merece una lectura sosegada y con grandes dosis de atención. La narración es fluida, muy cuidada: desde los diálogos hasta las descripciones sumergen al lector en la historia como si estuviese viendo una película. Y a esta visión cinematográfica ayuda la gran atención que el autor ha dedicado a los personajes: cada uno tiene su trasfondo, su psicología que el lector va descubriendo a medida que avanza la historia. Todos causan una gran curiosidad y les rodea un halo de misterio y oscuridad. Este ambiente consigue atraparte y angustiarte al mismo tiempo, algo imprescindible en una novela de este género, que casa con una trama principal y varias secundarias llenas de matices y significado. El protagonista, Kirius, ha sido con el que más he conectado y con el que más he sufrido también, ya que si algo hace este autor con maestría es ponerte en la piel de los personajes, haciendo que evolucionen con la historia y retándolos sin cesar de múltiples maneras. Y qué decir del increíble worldbuilding al que nada le falta: varias regiones diferenciadas, cada una con sus características y sus gentes, un sistema mágico bien fundamentado y verosímil, una mitología y cultura propia. Como conclusión final, me gustaría decir que estamos ante una obra cuya calidad no tiene nada que envidiar a los autores comerciales de la literatura fantástica, le auguro un futuro brillante sin ninguna duda y espero que algún día podamos ver esta saga en el cine o la televisión, lo merece. |