En un idílico pueblecillo del que sus habitantes no pueden escapar, pues están allí confinados por ser portadores de un virus que podría acabar afectando a la población a nivel mundial, da comienzo este magnífico thriller que, sin duda, dejará sin palabras a más de uno. Con una fuerte dosis psicológica el autor consigue jugar con nuestras mentes sin que apenas nos percatemos de ello. Usando a sus personajes como vectores de la trama nos irá conduciendo hacia un muy acertado y sorprendente final, alejándonos por completo de aquello que en un inicio esperábamos encontrarnos. . Intercalando breves escenas de terror con el suspense, el autor logra mantenernos en vilo a lo largo de las 356 páginas del libro. La tensión es constante desde la primera hasta la última de ellas. . Además, Daniel no tiene miedo a la hora de meter arriesgados giros de trama consiguiendo con ello que, aquello que podría ponerse en su contra por parecer forzado o demasiado conveniente, resulte natural y acabe derivando en gratas sorpresas con las que asombrar al lector. . Así, aunque yo personalmente fui capaz de adivinar varias cosillas antes de que estas fueran desveladas, no por ello disminuyó la tensión que se respiraba en cada hoja. Y aunque este no suele ser mi género predilecto, pude disfrutar mucho de esta obra; en especial gracias al grado de mimetización que logré con los personajes. Es increíble cómo fui capaz de conectar con ellos y adentrarme en sus mentes a pesar de su enorme complejidad y de ser sus personalidades tan dispares a la mía propia. |