A mí Leila me atrapa. Ella es cronista, no novelista, pero lo parece. Sus historias son realidad y son (sin buscarlo en la narración, sin empujar al lector a a ello) una denuncia social. Y el espacio en sus textos es para más narraciones de los otros, que ella entreteje en un relato que nos aboque sentido y que nos deja con más preguntas. Porque las preguntas nunca falten.
|