Luego de la ola de suicidios ocurridos entre 1997 y 1999, la periodista Leila Guerreiro viajó allí para entrevistar a la gente. El resultado de todo ese trabajo es un retrato claro y crudo de la Patagonia, de su gente y de cómo la vida se desenvuelve allí, que tiene la enorme virtud de presentar los hechos, los diálogos y las situaciones sin ofrecer juicios de valor, sin buscarle la respuesta única o la causa común a todos los suicidios. Esta crónica es un museo vivo, fuerte y muy impactante. El recuerdo de su lectura me acompañó durante todo el año, como si algo de esa inquietud patagónica se me hubiese metido adentro. |