El viaje

Un viaje, aunque sea por ocio, se puede convertir en la mejor terapia. Y esto es lo que ocurre cuando dos amigas, Agustina -a través de su alter ego “la Volátil”- y Loly deciden “liarse la manta a la cabeza” y organizar un viaje por el país que siempre han querido conocer: Japón. Será durante este viaje a un país extraño cuando ambas conecten con ellas mismas y su yo interior y dejen salir lo que llevaban meses reprimiendo: sus ansiedades y miedos.
Lo único que me dijeron de este libro antes de comprarlo fue que no se trataba de un viaje a un lugar físico… que había algo más. Y ya lo creo que lo hay: existe una carga sentimental que pesa, que abruma, que aterra. Desde las primeras páginas, la protagonista sufre ataques de ansiedad y pasa las noches en vela por el insomnio. Esta sensación la acompaña durante todo el viaje y mientras avanzamos en sus páginas no hacemos más que preguntarnos el motivo. ¿Qué le pasó a Agustina/La Volátil?
Durante este viaje terapéutico, y mientras visitamos Tokio, Kioto y Hakone, cada una y a su manera, serán capaces de identificar sus propios demonios y encontrarán la manera para dejarlos ir poco a poco.

Un libro cargado de simbolismo en cuanto al color se refiere -toda una novedad en esta autora- al igual que su estructura narrativa donde, a diferencia de sus anteriores libros, su alter ego no siempre tiene un bocadillo con texto que la acompaña, sino que ahora el silencio es el encargado de hablar.

Anécdotas, curiosidades, lugares, tradiciones, meteduras de patas, malentendidos y de todo lo que puede ocurrir -y de hecho, ocurre- en un viaje narrado de una forma tan maravillosa por la ilustradora que, como siempre digo, mejor sabe dibujar los sentimientos más profundos.
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