Napalm en el corazón

En primer lugar gracias a la iniciativa Masa Crítica y a la editorial Anagrama por mandarme un ejemplar de la novela.

Este es un libro diferente a lo que suelo leer, pero por alguna razón sabía que iba a disfrutarlo. No es una lectura fácil. En este caso no es algo que considere negativo, pero es verdad que he tenido que poner un poco más de esfuerzo en esta lectura que en otras.

La novela no sigue una estructura lineal. Sí que hay un orden cronológico en la historia principal, pero también hay que ir juntando las piezas que forman el mundo en el que se desarrolla este relato. Para ello tenemos los recuerdos del protagonista, casi vomitados en fragmentos de pocos párrafos y algunas cartas. En la segunda mitad de la novela, el relato toma algo más de forma, pero mantiene esa enigmática confusión que lo caracteriza.

Napalm en el corazón es una novela distópica que nos presenta un mundo abandonado, triste, destruido. Un mundo que iremos completando poco a poco mediante la narración desigual de un protagonista sin nombre. Descubriremos el amor y la rabia que le definen mediante sus recuerdos de las personas que le rodean. Su madre, su padre, su abuelo, sus vecinas y especialmente, Boris.

Boris es un chico con el que el narrador mantiene una relación amorosa peculiar. Durante la primera mitad del libro el chico escribe le escribe varias cartas, pero nunca vemos sus respuestas. Podemos intuir algo mediante la siguiente carta, pero no conocemos las palabras ni el tono que utiliza Boris para dirigirse a su amante y amigo, y aun así, mediante pequeños detalles, podemos intuir que la relación es bastante unidireccional.

Esta es una de las muchas aristas de esta historia. Por eso es una novela que hay que leer despacio, saboreando cada detalle, encajando las piezas de un mundo que seguramente nunca llegaremos a entender a la perfección.