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Crítica de balborraz


balborraz
22 January 2021
Este es uno de esos libros en los que por cualquier página que le ojees te recuerdan a aquella famosa carta que Frank Kafka escribió a Oskar Pollak donde le decía: «Pienso que sólo debemos leer libros de los que muerden y pinchan. Si el libro que estamos leyendo no nos obliga a despertarnos como un puñetazo en la cara, ¿para qué molestarnos en leerlo? ¿Para que nos haga felices, como dice tu carta? Cielo santo, ¡seríamos igualmente felices si no tuviéramos ningún libro! Los libros que nos hagan felices podríamos escribirlos nosotros mismos, si no nos quedara otro remedio. Lo que necesitamos son libros que nos golpeen como una desgracia dolorosa, como la muerte de alguien a quien queríamos más que a nosotros mismos, libros que nos hagan sentirnos desterrados a los bosques más remotos, lejos de toda presencia humana, algo semejante al suicidio. Un libro debe ser el hacha que rompa el mar helado dentro de nosotros. Eso es lo que creo».

Aunque Frank Kafka no leyó a Dalia Grinkeviciute, nacida tres años tras la muerte del checo, ajustándonos a las recomendaciones que esboza en su carta, Lituanos junto al Mar de Láptev ocuparía un lugar privilegiado en la selección.

Este volumen, compuesto por tres relatos autobiográficos que ahora se publica íntegro por primera vez en español, es un clásico de la literatura lituana.

El primero relato, Recuerdos, fue escrito por Dalia entre 1949 y 1950, tras escapar del Gulag (campo de concentración), con nueve años de trabajos forzados a sus espaldas. Ante el temor de que fuera localizado por los esbirros del KGB, la autora lo introdujo en un frasco, que luego enterró en el jardín de su casa, donde permaneció oculto los siguientes cuarenta años. Fue localizado en 1991, cuatro años después del fallecimiento de Dalia. En él narra los sucesos vividos desde que el 14 de junio de 1941 policías de la Cheka la detienen por orden de Stalin, con tan solo catorce años, por el único «crimen» de ser hija de su padre, deportándola junto a su madre y hermano al sur de Siberia, para ser movilizados al año siguiente junto al Mar de Láptev, en plena tundra polar. Se trata de un relato inacabado pero muy rico en detalles y sentimientos dada la cercanía de la historia. Un texto directo de un valor histórico incalculable imposible de leer sin mantener el corazón en un puño.

«Han pasado muchos años, pero sigo viéndolos […]. Mi deber es contar su historia»

Corría el año 1974, y Dalia es más que consciente del interés del Régimen por tapar los terribles crímenes realizados en nombre del socialismo. Ella es una mujer valiente, y pese a que le han destrozado la vida en todos los ámbitos posibles, jamás ha aceptado el soborno. No puede permitir que se silencie la vida vilipendiada de tanta gente y dado que no localiza el primer escrito, decide escribir uno nuevo. Se trata del segundo relato de la deportación, titulado al igual que la obra, Lituanos junto al Mar de Láptev; es mucho más resumido que el primero y aunque Dalia mantiene los recuerdos muy vivos, con los años han sido refrescados e incrementados por los de otros supervivientes con los que la autora mantiene contacto, enriqueciéndose la obra al poder leer ambos relatos.

El tercer y último texto, En mi tierra natal, escrito a partir de 1974, narra cómo Dalia consigue llegar a estudiar medicina, el desarrollo de su vida profesional al servicio de la salud, y cómo los comunistas intentaron nuevamente destrozarla, por no ceder ante las ignominias del régimen.

Los tres textos son de gran calidad literaria, y narrados con una sorprendente sencillez, hecho que amplifica la dimensión del relato. Pese a tratarse de relatos de memorias se leen con el ritmo de una absorbente novela, aunque dada la dureza de los testimonios en ocasiones es necesario tomarse alguna pausa.

Si existe el cielo, allí estará Dalia Grinkeviciute, una mujer que dedicó toda su vida a luchar por la justicia y los derechos humanos; una mujer valiente que no vendió su conciencia pese al terror impuesto por los comunistas.

«Ni hablar: viviremos, para la ira de todos los demonios y elementos. Viviremos, sobreviviremos, lucharemos y venceremos: ¿lo oís bien?»
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