5 Jotas

Que Paco Gómez es el rey del barrio ya no lo duda nadie y es que literariamente hablando lo ha demostrado en anteriores ocasiones con una maestría que le hacen merecedor de este reconocimiento. Se mueve como pez en el agua en ese barrio, el suyo, en el que las personas, y los personajes, transitan dentro de su cosmos particular, además con ese sentimiento bien arraigado de pertenencia al mismo. Ser de barrio en este caso es una línea más en el curriculum. Bienvenidos de nuevo a Canillejas

Con 5 Jotas vamos a asistir en primera fila al planeamiento y ejecución de un atraco singular, y es que esta vez no será una joyería o un banco el objetivo, cosa que sería de lo más normal, sino un almacén de jamones, pero no de jamones cualquiera, sino de los más caros del mundo. Los 5 Jotas de Sánchez Romero Carvajal. Aquí huele a jamón y a pasta, mucha pasta.

Junto a El Charli, aparecen en escena un elenco de personajes variopintos y singulares; El Banderines, que vende productos sexuales en reuniones domiciliarias a la vez que, vestido de despampanante mujer, disfruta de buen sexo con las parroquianas, y junto a estos dos principales habrá que ir formando una lista de personal necesario para llevar a buen puerto la hazaña: conductores, porteadores, informáticos, etc. Un variado elenco de personajes que a las órdenes del Banderines tendrán que hacerse con este valioso alijo de jamones.

Como todos sabemos la novela negra y sus numerosas ramificaciones, son novelas donde el principal hilo conductor es el bien y el mal, son novelas de buenos y malos, y por lo general el lector tiende a decantarse, bien por educación, convicción o formación, del lado de los buenos, que suelen ser los policías, investigadores, detectives etc. Y mira por donde en este caso, yo al menos, me he visto siempre del lado de los “malos”, porque no hay que olvidar que son delincuentes y por lo tanto operan al margen de la ley y de lo que está bien. Y el caso es que no me ha preocupado en absoluto. Quizás la razón principal, aparte de que estos personajes, unos antihéroes, marginales y marginados, empatizan desde el primer momento con el lector, por su manera de actuar y su manera de ser, aparte de eso, como digo, en un momento dado nos cuentan en que van a emplear el dinero del golpe, y eso me ha hecho ponerme más de su lado si cabía.

Acompaña esta historia de ritmo fluido y casi frenético una genial banda sonora de blues en la que hasta el mismísimo Muddy Waters habla en sueños con El Banderines. Con esta música de fondo asistiremos a la lucha y la reinvención diaria en la que se mueven los personajes mientras se prepara el golpe definitivo. Después vendrá la investigación que en este caso pasa a un segundo plano aunque no por ello es menos interesante.

Una novela que se lee casi de un tirón, en la que la fuerza de los personajes, tan reales, humanos, perdedores, pero nunca vencidos, son el eje que lleva en volandas toda la trama y que dejan sin duda un buen rato de lectura.
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