InicioMis librosAñadir libros
Descubrir
LibrosAutoresLectoresCríticasCitasListasTest
>

Crítica de Guille63


Guille63
27 October 2023
“Los dos problemas capitales de Ferdydurke son: el de la Inmadurez y el de la Forma”

¿Saben que el autor tuvo que añadir un prólogo explicando la novela? Por si se quieren ahorrar la lectura lo pregunto (en cualquier caso, no dejen de leer el capítulo «Filifor forrado de niño (prefacio)», de una profundidad rabiosa, muy Bernhardiana, sobre el seudoarte, los seudoartistas y los críticos seniles). Si bien todos sabemos que una cosa no puede sustituir a la otra, tal y como nos apunta Ernesto Sábato en otro prólogo sobre la obra: aunque todo autor tiene su Weltanschauung —si alguien no sabe qué significa, cosa que dudo, puede buscar la palabra en el diccionario de la Real Academia Gallega, aunque creo que es una palabra que ha caído algo en desuso entre los jóvenes gallegos—, la forma en la que el poeta la expresa…

“… es algo menos pero también algo más que una filosofía, algo menos y algo más que un conjunto de conceptos: es una visión total de la realidad, en parte conceptual y en parte intuitiva, parcialmente intelectual y en sumo grado emocional y mágica”

Vamos, que tanto sobran como faltan las explicaciones. Yo, lector no avisado (ustedes ya no pueden decir lo mismo), leí el prólogo, de echo leí los dos (Sábato también creyó necesario aportar una explicación), así que mi lectura está absolutamente mediatizada por ambos y nunca sabré lo que hubiera sido enfrentarme a ella virgen (sospecho que abandonarlo, varias veces estuve a punto de hacerlo a pesar de los dos prólogos). Lo paradójico del caso es que esa mediatización en el arte es una de las obsesiones del autor, aunque no sé si incluía aquí las realizadas por el propio artista.

“…el creador crea, arrodillado ante el altar del arte, pensando en la obra cumbre, en la armonía, precisión, espíritu y superación; he aquí que el conocedor se da a conocer profundizando la creación del creador en un profundo estudio —después de lo cual la obra va a los lectores—, y lo que era engendrado en un sudor total y completo, es recibido de modo sumamente parcial entre la mosca y el teléfono.” (la mosca y el teléfono es eso que distrae al lector “justamente en ese supremo momento en que todas las partes y tramas se juntan en la unidad de la solución final”, que aquí hay hostias para todos)

Y sobre el texto… no me complico, acudo a Sábato nuevamente:

“Especie de grotesco sueño de un clown, con páginas de irresistible comicidad, con una fuerza de pronto rabelesiana, el reinado al parecer del puro absurdo”

Así es, el texto transcurre totalmente en el terreno de lo absurdo, un absurdo cómico. Por usar su terminología, Gombrowicz es un escritor que habita muy orgullosamente el estado de la inmadurez, aquel en el que todavía no ha surgido “el genio de la seriedad que sabrá afrontar ciertas mezquindades realistas de la vida sin caer en una torpe risotada”. Como también y tan bien dijo Sábato:

“…la Inmadurez es la vida (y por lo tanto la adolescencia, el circo, el absurdo, el romanticismo, la desmesura y lo barroco), la Forma es la Madurez, pero también la fosilización, la retórica y en definitiva la muerte”

Lo cual es una nueva contradicción pues, algo que no se le escapó a ninguno de los dos prologuistas, una novela no deja de ser una Forma y, por muy novedosa que sea, nunca aparece en el vacío, siempre arrastrará herencias. Pero no es la única contradicción en la que se dejará caer el autor, de ahí que adoptara el absurdo como Forma.

El hombre necesita de la Forma, al mismo tiempo que la Forma lo comprime y le impide explorar todas sus posibilidades, lo que es aplicable en la misma medida al arte y a la vida. La cultura no tiene otro objetivo que infantilizar al hombre al hacer de sus respuestas algo automático, pertenecientes a otros. Todo lo que se desea, piensa, siente son construcciones que nos vienen dadas, no nos pertenecen. ¿La solución? Encontrar la forma de la inmadurez. ¿El problema? Que es algo imposible, absurdo.

“Y entonces me iluminó de repente este pensamiento sencillo y santo: que yo no tenía que ser ni maduro ni inmaduro, sino así como soy… que debía manifestarme y expresarme en mi forma propia y soberbiamente soberana, sin tomar en cuenta nada que no fuera mi propia realidad interna. ¡Ah, crear la forma propia! ¡Expresarse! ¡Expresar tanto lo que ya está en mí claro y maduro, como lo que todavía está turbio, fermentado! ¡Que mi forma nazca de mí, que no me sea hecha por nadie!”

Tras esta gran idea (una idea altamente problemática pues cómo se puede huir de lo que se es, aunque se sea en buena parte lo que otros han hecho de nosotros), Pepe, el protagonista, recién estrenado en su treintena y sufriente de ese malestar, tan común también ahora en nuestros tiempos, de que algo ha terminado sin que haya empezado nada nuevo que lo sustituya, su vida es secuestrada y llevada a un irreal mundo donde toma la forma de un jovencito de dieciséis años que vuelve al colegio y es hospedado en una casa cuyos dueños tiene un nombre altamente significativo: Juventones, padres de una atractiva Colegiala llamada Zutka, de una juventud madura, de una madurez juvenil y objeto de los renovados calores adolescentes de Pepe.

“Helo aquí —ya llegó el tiempo, ya se puede empezar, ya sonó la hora en el reloj de los siglos—: tratad de oponeros a la forma, liberaos de la forma. Dejad de identificaros con lo que os define. Tratad de esquivaros de toda expresión vuestra. Desconfiad de vuestras opiniones. Tened cuidado de las fes vuestras y defendeos de vuestros sentimientos. Retiraos de lo que parecéis ser desde afuera y huid ante toda exteriorización, así como un pajarito ante la serpiente huye.”

No les quito más tiempo… ah, sí, una cosa más, Ferdydurke, ¿quién es Ferdydurke? Si lo encuentran en la novela, me avisan... o no me avisen, no crean que me quita el sueño.
Comentar  Me gusta         80



Comprar este libro en papel, epub, pdf en

Amazon ESAgapeaCasa del libro
Apreciaron esta crítica ()(8)ver más