Pobres de aquellos que caminan por el mundo con la sensación de que la vida les debe algo: emociones, fortuna, sueños. A esos, los que creen que todo lo que hay a su alrededor es poco, la decepción los arrollará en forma de deuda disfrazada de destino. Y es que el aburrimiento es un mal consejero, nos lleva por la senda de la inconsciencia y la desesperación. Y nunca salió nada bueno de lo que se busca con ansia de salvación. Somos dueños de nuestros días, a pesar de esa idea que a veces nos asalta y que nos lleva a creer que estamos perdiendo el tiempo. El egoísmo provoca desdén; incluso de aquellos que, según nuestra manera de verlo, nos deben pleitesía |