Muertos de papel

Esta es la cuarta entrega de la serie protagonizada por la inspectora Petra Delicado y su inseparable compañero Fermín Garzón. En Muertos de papel (2000) les va a tocar investigar el asesinato de Ernesto Valdés, un famoso periodista del corazón, un caso que les obligará a «vivir» unas semanas agotadoras a caballo entre Barcelona y Madrid.

Debo decir que esta no es la mejor novela de la serie. La trama es previsible y no hay ningún ingrediente especial que convierta a esta obra en una lectura inolvidable.

Sin embargo, también disfruté leyéndola, aunque no por sus virtudes de novela policiaca, sino porque, a estas alturas, los dos protagonistas tienen ya suficiente fuerza propia como para cargar sobre sus hombros todo el peso de la historia. Ese es un mérito que hay que atribuir a las anteriores tres novelas de Alicia Giménez Bartlett.

Petra y Garzón siguen siendo una pareja policial eficaz, aunque sus estilos y puntos de vista les llevan a no pocos desencuentros, en ciertas ocasiones, bastante agrios. Pero esa es la verdadera «sal» de su peculiar tándem.

La lista de sospechosos que manejan los investigadores es inabarcable. En el mundo de la prensa rosa, Valdés era conocido por su falta de escrúpulos y por su estilo agresivo e hiriente. Un tipo odiado que disfrutaba hundiendo la reputación de sus víctimas, los personajes del corazón. Es inevitable pensar que la autora no esté apuntando a cierto presentador de televisión cuyo perfil casa a la perfección con el del muerto en la ficción, uno que por cierto también es «escritor», aunque yo jamás leeré nada suyo. Sin embargo, esto sea tal vez improbable, puesto que esta novela tiene ya 23 años.

Eso sí, en sus páginas encontramos, como no podía ser de otro modo, una dura crítica a la prensa rosa (metiendo en el mismo caso a periodistas y celebrities) y, por extensión, a los malos usos del periodismo patrio en general.

Además de esto, en Muertos de papel entran en liza nuevos personajes: Amanda, la hermana de la inspectora, y Moliner, el policía «estrella» de la comisaría, que trabajará codo con codo con Petra y Fermín Garzón en la resolución del caso. Estos personajes nuevos se encuentran inmersos en sendas separaciones conyugales, a cuál más dolorosa. Un nuevo pretexto para que la autora abunde en su juego favorito: la guerra de los sexos.

Ignoro si Petra Delicado es el alter ego de Alicia Giménez Bartlett, como algunos sostienen. Seguro que algo hay. Lo cierto es que la inspectora ejerce un feminismo muy digno en un ambiente dominado por hombres, aunque no puede evitar caer en algunas incoherencias que el subinspector Garzón no duda en señalar. Es un juego divertido que huye del histrionismo que hoy en día tenemos que soportar cuando se abordan este tipo de cuestiones. Pero bueno, eso no es más que mi percepción.

En resumen, incluso sin contar con una trama demasiado brillante, la verdad es que Muertos de papel es una lectura entretenida que gustará a los seguidores de a serie, entre los que me cuento.