Donde nadie te encuentre

Apenas a 30 kms hacia el interior de la costa de Azahar, de la playa, de los chiringuitos y de los turistas se extiende una zona agreste, abrupta y dura, de barrancos rocosos, pinares y matorrales, pero de una belleza atávica. Hoy forma parte de eso que viene a llamarse “la España vaciada”. Jalonada de pequeños pueblos, todavía conserva números vestigios de los “masos”. Caserones aislados en los que las familias vivían proveyéndose de casi todo lo necesario para sobrevivir. En este territorio primitivo y en ocasiones turbador se desarrolla la historia que nos ofrece Alicia Giménez Bartlett. Es un territorio que ella conoce bien y eso se nota. No en vano tiene residencia en una de las poblaciones de costa en el norte de la provincia de Castellón.

Confieso que no puedo ser imparcial en la valoración de esta novela ya que ese también es mi territorio.

La autora nos ofrece un relato en dos planos. Por un lado narra las vicisitudes de un psiquiatra francés y un cínico periodista español para lograr entrevistarse con La Pastora. Un maqui que sobrevive solo en las montañas del Maestrazgo y Els Ports, una zona de frontera entre Castellón, Teruel y Tarragona.
Por otro, va intercalando lo que se supone son las declaraciones de la Pastora a los dos personajes, en las que narra su vida desde su infancia hasta el momento en que se queda como el último maqui de la zona.
La parte de los entrevistadores es entretenida. Hay quizás diálogos o reacciones un tanto forzadas, como el final de la relación, por ejemplo, pero es interesante ver cómo los dos personajes van intercambiando sus personalidad como vasos comunicantes. Como van comprendiendo que nunca es justo juzgar a otro sin conocer a fondo sus circunstancias.
Pero dónde gana fuerza el relato es en los momentos en que Florencio Pla Meseguer, "La Pastora" narra su vida. Juega a su favor, y de que manera, el hecho de que todo lo que cuenta es cierto. No hay ficción. Y es sobrecogedor. Es un relato de violencia, no solo física, de resistencia, de tristeza, de adaptación, de búsqueda de aceptación, de esperanza casi nunca satisfecha pero jamás abandonada. Sobre todo es un relato de soledad. La soledad de un hombre al que nada más nacer se le colocó en un lugar equivocado y que únicamente buscó ser aceptado pero que estuvo huyendo casi toda su vida.
Hoy en día la figura de la Pastora es un mito en estas tierras. Quizás Florencio no necesitaba tanto. Se hubiera conformado con la posibilidad de llevar una vida corriente. Como siempre, los homenajes y los honores nunca llegan a tiempo para el interesado.
Un detalle es que lo que parece una prosa floja y una redacción poco afortunada es en realidad un reflejo muy acertado de la forma de hablar de la zona. La construcción de algunas frases y el uso de expresiones poco usuales pueden chirriar un poco pero son un gran acierto de la autora. Hay que tener en cuenta que en aquella época, los habitantes de esas zonas apenas usaban el castellano y muchas veces más por obligación que por necesidad.
En definitiva, un relato que se ve sobrepasado totalmente por el hecho histórico pero que precisamente por eso es muy emocionante y altamente recomendable.