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No he podido parar de leer, me he sumergido de lleno en la historia de esta protagonista tan aventurera y soñadora, quería seguirla por todo su periplo desde la Villa de Bilbao hasta la exuberante Costa Rica del siglo XIX, con sus paisajes tan idílicos y paradisíacos. Lo que me gustan de los romances históricos como este, aparte de la historia de amor, que es de esas que no se olvidan, es conectar con la historia, aprender de tiempos pasados, sobre la cultura tica (no sabía que llamaban a Costa Rica, Tiquicia!) y personajes históricos que han cambiado el curso de la historia, como Minor Cooper Keith. Me sorprende leer en una crítica aquí que los términos costarricenses han detenido la lectura; a mí me ha sucedido todo lo contrario, sin esas expresiones se empobrecer la lectura, y no son muchas, las justas para sumergirte de verdad en la vida costarricense. Supongo que las críticas dicen más de nosotros como lectores que del autor. Yo creo que debemos ser exigentes con nuestras lecturas, aplaudir los aciertos literarios, y este para mí lo ha sido, cuando viajas te encuentras con las dificultades del idioma, he sentido literal que estaba allí. Me ha transportado a una época lejana, me he identificado con Aitana y su amor por los libros, por la buena literatura, por los libros de aventuras. Me encanta que viaje con una maleta llena de sus libros preferidos: yo en la mía, sin duda, metería éste.
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