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Záfiro inicia justamente donde rubí terminó: en la escena de iglesia. Por lo tanto, la historia continua con su fluidez y retoma las mismas incognitas del primer libro sin problema alguno. Como la segunda parte cuenta con un flujo lineal con respecto con su predecesora, se diría que se podría leer ambas partes de un sólo sentón. Se nos presenta de forma inmediata un nuevo personaje: Xemerius , quien viene a ser una graciosa gárgola que supera en simpatía al espectro escolar de James. Mientras que los personajes que ya conocíamos como Gwen, Gideon, Leslie, entre otros conservan sus personalidades, pero a algunos de ellos se les puede ver evolucionar en su madurez, cosa que hace de la historia más creíble y provoca que le tomes más cariño a los personajes. Tenemos como ejemplo a Gideon, quien en el primer libro se hace insoportable hasta cierto punto, en éste, hace de su presencia más adorable y simpática, incluso cuando no está presente en escena se le extraña justo como Gwen le echa de menos. Por otro lado, tenemos los antagonistas, como el Conde de Saint Germain cuya maldad y enigmas se ven más marcados en su personalidad y diálogos en este. (¿Ya buscaron en Google? Lo que lee Leslie en el primer libro sobre él, en realidad sí que lo puedes encontrar en internet.) La trama se torna más complicada, y resuelve algunos misterios que deja el primero, pero abre algunos otros todavía más oscuros y curiosos. Otra cosa a mencionar, es que cada vez que un capítulo termina, podemos apreciar una cita o frase referente a la situación que está ocurriendo o referente a la historia en sí. Kerstin Gier logra no solo ofrecernos una secuela al mismo nivel que la primera entrega, sino que la supera en cuanto a lo que se refiere en la tensión que causa manteniendo su mismo estilo ligero y fresco. |
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