Memorias de una suegra

Si necesitas una lectura que te haga reír, creo que Memorias de una suegra (Siruela, 2015), logrará, como mínimo, robarte unas cuantas sonrisas. Puede que mucho más. Escrita por George R. Sims (1847-1922), periodista inglés, también poeta, dramaturgo, novelista y, cómo no, bon vivant. Muchas de sus piezas teatrales, escritas en colaboración, alcanzaron un notable éxito. Todo ello le permitió vivir rodeado de un círculo de intelectuales y artistas, dedicado al deporte y a la cría de bulldogs, de manera desahogada. A pesar de haber reunido una pequeña fortuna, antes de su muerte ya había apostado -y perdido- una parte importante de la misma.

Memorias de una suegra (1892) es una sátira, llena de ironía y humor. Su protagonista, la señora Jane Tressider, comparte en primera persona las vidas de su esposo, hijos e hijas, y nueras y yernos, en pos de un bien mayor: «Las suegras hemos sido siempre unas incomprendidas, y supongo que siempre lo seremos. Nadie ha expresado jamás con rigor su postura. Eso es lo que yo intento hacer aquí, y por eso, ahora que todos mis hijos, excepto dos, están casados y dispongo de más tiempo, he decidido defender la causa de la más maligna de las razas sobre la capa de la tierra. Estoy convencida de que cuando haya relatado mis experiencias habré dado un cariz distinto a la cuestión».

Y lo da. Vaya si lo da. Tressider es la típica suegra inglesa, de clase media-alta, a finales del siglo XIX. Antes madre abnegada de nueve criaturas, después convertida en suegra. Y no una cualquiera. Una fiera, como ella se reconoce. A fuerza de lidiar con criados y comerciantes, casada con un hombre que es un inútil en los asuntos domésticos, aunque exitoso en los negocios, el territorio de Jane es casi inexpugnable. A pesar de exponer, por el bien común, las intimidades de su familia, incluidos sus nietos, controladora y manipuladora, se descubre también como una mujer valiente, consciente del injusto lugar que ocupa la mujer en la política y la sociedad. Que no duda en luchar por lo que cree, es sincera hasta el dolor y moriría por «sus pequeños», aunque ya tengan hijos, a su vez, se hayan metido en mil líos o vivan en Australia.

Como la señora Tressider es considera una fiera, como fiera que es, en ocasiones, tiene ataques de miedo, de ira, se descontrola y rompe con cualquier etiqueta o convencionalismo. Para resultar más auténtica. Para que dudemos si, en realidad, este alegato es obra de George R. Sims o de la más genial de las suegras.
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