 |
El libro más emotivo de Rose Gate. Nos da unas cuantas lecciones insuperables de vida, de superación, de afrontar los problemas y los golpes que nos da la vida, pero sobre todo es una lección de amor en todos sus significados. Cuando la vida te pone contra las cuerdas y no una sino dos veces y además ves que se ensaña con las personas que más quieres, sólo queda recapacitar, reconocer los errores, pedir disculpas e intentar enmendarlos en el tiempo que te quede, ya sean tres meses o treinta años. Esto es lo que le sucede a Axel, tiene que llevarse un golpe detrás de otro para reconocer lo mal que lo ha hecho con su familia y para intentar remediar lo que pueda, porque debido a un acontecimiento inesperado, se va a encontrar con que ya no podrá ni siquiera pedir disculpas, a una de las personas más importantes de su vida en los últimos años. Tendrá que lidiar también con el dolor y las recriminaciones que no tardan en llegar, e intentar recuperar el cariño de aquel al que debía proteger y no fue capaz de hacerlo como debía. No es fácil recuperar la confianza y el cariño perdidos, cuando hay tanto dolor de por medio, pero cuenta la inestimable ayuda de Garbiñe. Nadie podría imaginar, que de una llegada tarde a una demostración en el trabajo y tras ofrecerse a hacer de conejillo de Indias, surgiría algo tan profundo. Mucho menos, que esa persona también tuviese fecha de caducidad. A la atracción que surge entre ellos, hay que unir las especiales circunstancias de sus respectivas vidas y ello da lugar a un cocktail de emociones difícil de superar. Bien es cierto, que cuentan con la inestimable ayuda de Pau y su sentido del humor tan peculiar, de una niña que sorpende por su capacidad de raciocinio y adaptación y de los padres de Axel, que nada tienen que ver con otras dos madres que dejan bastante que desear. En el caso de la madre de Claudia, tal vez se le podría disculpar por la terrible carga de dolor que se ve obligada a soportar, pero la madre de Garbiñe es un espécimen de los de dar de comer aparte. Además, lidiar con un adolescente dolido y frustrado y con un secreto que no se atreve a compartir, es lo que faltaba para terminar de complicar las cosas. He de reconocer, que no he podido contener las lágrimas en más de una ocasión y que incluso he pensado ya llegando al deselance del libro, que la vida no es justa y que muchas veces se ceba en exceso en las mismas personas. Sólo hacia la mitad del Epílogo he respirado tranquila. No podría haber un cierre mejor ni más especial. Igual debería empezar a creer en esas estrellas que brillan más que el resto. Mil gracias Rose por brindarnos otra magnífica historia. |
>
