En este libro nos encontramos la historia de tres compañeros de clase que tienen que superar un reto del colegio: escribir una historia y que la escuchen y valoren tres personas que no sean familiares. al principio no lo tienen fácil, pero pronto se encuentran con tres adorables ancianas que están dispuestas a escucharlos. Estas narraciones no tienen lugar en un escenario cualquiera, sino en un patio particular y repleto de planta, lo que crea un contexto privado y acogedor inesperado para los pequeños narradores. Se trata de una historia en la que los libros y las bibliotecas tienen un peso especial; el amor por los libros se respira en sus páginas. Pero es mucho más que una historia sobre libros, es también una historia de amor hacia los mayores y de cómo unas generaciones se pueden retroalimentar de otras, solo hay que darles la oportunidad de hacerlo. La edición está muy cuidada. Destaca su portada, en tapa dura y con algunas partes de la ilustración y el título con un brillo especial. La letra es bastante grande y los márgenes son considerables, lo que hace que el lector pase las páginas sin apenas darse cuenta. El texto se divide en treinta y dos capítulos breves y, además, está acompañado por ilustraciones preciosas, delicadas y a color, lo que hace que los lectores se sientan aún más partícipes en la historia. El libro está recomendado para niños de entre ocho y doce años. Aunque cada niño tiene su personalidad y los libros pueden disfrutarse a cualquier edad, quizás yo limitaría esta franja hasta los diez años. En definitiva, es una lectura y edición muy recomendable para los más pequeños de la familia. |